Esta entrada está armada en mi mente desde mucho antes de tener el Blog, incluso desde antes de saber que harían una película del libro.  Así que no puedo evitar escribirla y compartirla, mucho menos por estos días en que no puedo salir a correr.

Cincuenta Sombras de Grey llegó a mí a finales del 2011 en pleno boom de la historia acá en Estados Unidos.  Me llegó recomendada por tres o cuatro fuentes (amigas y/o conocidas) que curiosamente me hablaron del libro en una misma semana.  Casi de inmediato descargué la versión digital y comencé a leer.  No tardé mucho en darme cuenta que estaba frente a uno de esos fiascos que hay en las listas de los Best Sellers del New York Times, sin embargo, el furor con el que se estaba propagando la historia a nivel mundial despertó mi curiosidad de psicóloga y de humanista (y de la psicoanalista que algún día quise ser).  Además, me intrigaba saber el porqué esas fuentes me lo habían recomendado 😛 .

Me demoré una eternidad en leer los tres libros.  Sentía como si me estuviera intoxicando con mala literatura.  ¿A qué llamo yo mala literatura?  A un mal uso de los recursos literarios: la comparación, la hipérbole, la imagen, el epíteto, la dilogía, la ironía, etc.  Se queda corta, cae en lo bajo, escasea la creatividad narrativa. Tiene mas imaginación y contundencia el Chapulín Colorado hilando refranes.  Asimismo, extiende eternamente en tres partes una historia que bien narrada, hubiese quedado perfecta en un sólo libro.  Yo no soy literata, ni crítica literaria, pero tengo el honor de disfrutar de buena literatura desde muy niña y considero que por lo menos la sé apreciar.

Además, basta leer otros libros de literatura erótica como Trópico de Cáncer o Trópico de Capricornio de Henry Miller (que leí en mis tiempos universitarios), para darse cuenta de que le falta encanto y estilo.  Es que incluso el reciente libro de Sophie Morgan, Diario de una Sumisa, está mucho mejor escrito y es más fiel a los preceptos del sadomasoquismo.  En fin, recuerdo que cuando terminé de leer Cincuenta Sombras de Grey, devoré en tres días La Tregua de Mario Benedetti y seguí con Ana Karenina de León Tolstoi, que terminé en una semana.  Los disfruté; los saboreé con la devoción y la pasión de quien se come un postre exquisito luego de pasar un trago amargo de remedio o de licor.

No obstante, no todo es amargo con este libro. Tiene su grado de alcohol que embriaga.  A mí me gustó la historia y confieso que me sorprendió ver en mi Facebook que tuvo acogida entre mis amigas, sobre todo colegas de la Universidad.  Supongo que muchas más lo leerían y mantendrían su gusto en secreto.  Pero sí, es interesante el cuento de una joven de 21 años que se enamora de un chico emprendedor de 27 y comienza con él todo su despertar sexual para nada tradicional.  Anastasia muy seguramente sirve de identificación para muchas mujeres que viven su sexualidad tímidamente, reprimidas por unas convicciones religiosas que la obligan a ser la encarnación de la Virgen María en una sociedad machista y mojigata.

La verdad sea dicha y es que el éxito de esos libros no está en que sean “porno para mamás” o “porno para tías solteronas” como los han llamado.  O en el sadomasoquismo que narran, que honestamente como fantasía sexual femenina sí está mandado a recoger.  No.  El éxito está en la mojigatería de los hombres que hace que las mujeres busquen diversión en esta clase de historias.  Un séquito de hombres hipócritas que buscan sexo creativo con las amantes o las prostitutas porque a la novia o esposa hay que tratarla como a una reina.  Y la pobre reina pasa sus días imaginando que algún día le llegará su Cristian Grey con una venda para los ojos y unas esposas de peluche para atarlas a la cama.

Muchas se quedan esperando y viven frustradas el resto de la vida porque jamás aparece ese hombre con el que sueñan.  Porque además les digo, el éxito de Cristian no es que sea millonario, o que tenga un helicóptero, o que le compre ropa a Anastasia.  Cristian es millonario, pero porque es emprendedor y arriesgado; capaz de salir de la costumbre y de romper esquemas sociales, culturales y religiosos.  Eso hace millonario a cualquiera, no?  Eso es lo que lo hace atractivo, no el traje de corbata o el carro que maneja.  Él se sale del molde y enciende la luz y la creatividad que desaparece las sombras de los hombres mojigatos.

Pero las mujeres también se están saliendo del molde.  Ahora gritan a los cuatro vientos que este es el tipo de libros que compran. Están exigiendo que sus fantasías sean satisfechas y están buscando placer de las formas más inesperadas. Bien lo canta Shakira en sus canciones: “La vida me ha dado un hambre voraz y tu apenas me das caramelos”.  “Me voy con mis piernas y mi juventud por allá aunque te maten los celos.” se lo canta a su pareja en la canción Loba, en los tiempos en que dejó al novio argentino ese y aún no conocía a Piqué. Vale la pena volver a ver el video y analizar su simbolismo.

El simbolismo es delatador.  Ella sale encerrada en una jaula y le canta que se quiere ir, que ella es una diosa licántropa y quiere un lobo domesticado.  Un año después y luego de conocer a Piqué, cantó en la canción Loca: “yo no tengo la culpa de que tú te enamores, mientras él te compra flores, yo compro condo…”nes. haciendo alusión a cómo prefiere a este “tigre” (una visión muy animal e instintiva de las relaciones y por ende, del sexo).  Todo esto daría para tema de otra entrada, pero esa no es la idea. Sólo quería mostrar cómo Shakira, como referente cultural contemporáneo, refleja de forma explícita la realidad de muchas mujeres que muy seguramente leyeron Cincuenta Sombras de Grey.

¿A dónde voy con todo esto?  Voy a que culturalmente, la liberación sexual femenina es un asunto que estamos viviendo las mujeres de esta generación.  No la liberación sexual de los anticonceptivos o la equidad de género si no aquella en la que realmente podemos expresar nuestros deseos y satisfacer nuestras fantasías sexuales.  Hoy día hay blogs donde las mujeres hablan abiertamente de sexo como Solteras DeBotas y eso es un avance enorme en una sociedad como la actual.

En fin, por mi parte, creo que Cincuentas Sombras de Grey pasará a la historia como una pieza desastrosa de la literatura y del cine que le abrió la puerta a la literatura erótica masiva (y de seguro muy taquillera) y a su vez, permitió la expresión sin tabúes de los deseos de las mujeres en una sociedad que cada vez se escandaliza menos y que es más curiosa (que Freud) sobre la sexualidad femenina.

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