"Déjame atravesar el viento sin documentos"

Paralelo a la Autopista

February 19, 2015

A partir de hoy y en el transcurso de 6 a 7 semanas, les compartiré la serie “DÉJAME ATRAVESAR EL VIENTO SIN DOCUMENTOS”.  Un compilado de crónicas de inmigrantes latinos en Los Ángeles.  Historias reales que tuve el honor de escuchar de voz de los protagonistas y que les entrego con nombres cambiados, pero fiel a los demás detalles.
Como ya muchos saben, ando sin correr hace varios días debido a Mi Primera Lesión, así que aprovecho para materializar este proyecto que tenía entre el teclado y que incluirá mi propia historia.  Sin más preámbulos:

Paralelo a la Autopista

Don Luis se levanta a las 4:45 todas las mañanas, se da un baño, medio calienta aguapanela que hace del bloque de caña que compró en el supermercado latino y camina hasta la estación del metro.  Vive solo en una habitación rentada en casa de una cristiana; tiene una estufa de campamento que enciende por la aguapanela y para calentar la comida que le guarda la dueña de la casa.  Don Luis trabaja en el valle del conejo, a 25 millas de su casa y viaja en bus porque no le está permitido conducir.

Llegó a Los Ángeles en el año 2000 luego de que la recesión del fin de siglo llevara a la quiebra su fábrica de botas en Bucaramanga y de que su socio fuera secuestrado y asesinado por la guerrilla en Barrancabermeja.  Nunca quiere recordar su historia y si alguien le pregunta sobre su pasado, dice que ya no lo recuerda porque hace muchos años que vive esta otra vida.

Fuente: www.huffingtonpost.com

En esta fotografía se alcanzan a ver las vías paralelas a la autopista por donde transitan los autobuses. Fuente: www.huffingtonpost.com

Toma el metro y luego el bus, cada recorrido es de más de 45 minutos sin subirse a la autopista.  En el metro duerme; son las 5:19 cuando se sube.  Acomoda su gorra para taparse los ojos y cubre sus manos con las mangas del saco a rombos que lleva puesto.   Estira las piernas e intenta descansar.

En el bus se sienta detrás de Mitsuhiro que lee en su iPad sobre el tráfico de drogas en Tijuana.  Don Luis recuerda a Eduardo, su socio y el diseñador de Botas de Santander S.A. que en los buenos tiempos de la empresa lo motivó a introducir la tecnología de la mano de los computadores.  Ahora está tan alejado de todo que ni siquiera ve noticias o sabe que el iPad es una nueva versión de los computadores que usaba en su empresa.

Quisiera hablar con este japonés al que ve todos los días, pero en este servicio de transporte parece prohibido sentarse en la misma silla con otra persona y hablarle sería un delito aún peor.  Según los códigos tácitos, sólo está permitido socializar para los centroamericanos.  Los que no pertenecen a esta clasificación están destinados al silencio y la observación.

Eso hace Don Luis: observa al japonés leer su libro.  Observa a las mujeres que suben, se sientan y se saludan las unas a las otras como si además del idioma, compartieran el mismo destino fatal.  Como si mostraran la solidaridad necesaria para enfrentar las miserias que todas viven casi de la misma manera.  Coinciden en historias y anécdotas.  Todas salieron de sus pueblos en situaciones de extrema pobreza.  Muchas dejaron hijos pequeños a cargos de las abuelas y tuvieron que venir a este país porque sus esposos fueron asesinados en las múltiples guerras que vivieron sus países.  Muchas están con gusto y muchas más con disgusto; se quejan a diario de sus trabajos y sus patrones.  Don Luis las mira con desconfianza y piensa si así serían los empleados de su empresa cuando cada mañana andaban en el bus para ir a trabajar.

Don Luis trabaja de carpintero en una empresa de muebles, comienza a trabajar a las 7:30 cada día, le pagan ocho dólares por hora y cada semana gira dinero para sus hijas que estudian en una prestigiosa universidad en Bogotá.  Siente que su esfuerzo vale la pena, la mayor va en segundo año de medicina y la menor comienza administración de empresas.  Vive agradecido con su nueva vida: un empleo, un lugar donde vivir y la satisfacción de que sus hijas realmente valoran lo que él hace.  No puede quejarse de sus patrones porque tiene una relación excelente con ellos, tal vez porque él alguna vez estuvo en su lugar y ahora ve las cosas desde el otro punto de vista.  Ahora es él quien va en bus, se levanta casi tres horas más temprano de la hora en que empieza su labor y es él quien recibe un salario mínimo.

Se baja del bus a las 7:15, camina cinco cuadras y llega a trabajar muy puntual todos los días.  Los jefes lo saludan con alegría y él trata de olvidar el cansancio que le producen casi dos horas en esas sillas incómodas.  Don Luis es uno más de los muchos personajes que se mueven en los buses del Servicio Público de Los Ángeles.  Uno más de los muchos indocumentados que le dan vida a esta ciudad sin siquiera ser notados por la sociedad y movilizándose paralelo a la autopista que recorre la misma distancia en 30 minutos.

 

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6 Comments

Reply Segundo Mes de Entrenamiento - Un Fiasco - El Blog de Nati February 25, 2015 at 6:55 am

[…] ATRAVESAR EL VIENTO SIN DOCUMENTOS” sobre inmigrantes, sí se la perdieron, acá se las dejo, Paralelo a la Autopista, porque el jueves compartiré la […]

Reply Necesito que Rosa Venga - El Blog de Nati February 26, 2015 at 8:03 am

[…] Les comparto la segunda historia de la serie “DÉJAME ATRAVESAR EL VIENTO SIN DOCUMENTOS” sobre inmigrantes en Los Ángeles.  Si se perdieron la primera, la pueden ver aquí Paralelo a la Autopista. […]

Reply Primero Muerto que Preso - El Blog de Nati March 5, 2015 at 12:00 am

[…] se perdieron la primera historia la pueden ver aquí, Paralelo a la Autopista, y la segunda, Necesito que Rosa […]

Reply Yo Decidí ser Jardinero - El Blog de Nati March 11, 2015 at 10:32 pm

[…] serie va así: la primera historia es Paralelo a la Autopista; la segunda, Necesito que Rosa Venga; la tercera, Primero Muerto que […]

Reply Yo Llegué por Aeropuerto - Parte 1 - La Cuestión del Dilema Moral - El Blog de Nati March 25, 2015 at 9:37 am

[…] si se han perdido alguna o son nuevos en el blog: la primera historia es Paralelo a la Autopista; la segunda, Necesito que Rosa Venga; la tercera, Primero Muerto que Preso, la cuarta, Yo Decidí […]

Reply Yo Llegué por Aeropuerto - Parte 2 - Ego y Discriminación - El Blog de Nati April 11, 2015 at 5:57 am

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