"Déjame atravesar el viento sin documentos"

Yo Llegué por Aeropuerto – Parte 2 – Ego y Discriminación

April 8, 2015

Este es el final de la serie “DÉJAME ATRAVESAR EL VIENTO SIN DOCUMENTOS”.  La segunda parte de Yo Llegué por Aeropuerto (si no han leído la primera parte, se las recomiendo antes de continuar con esta.)

De igual forma, acá están las 5 primeras historias.

1. Paralelo a la Autopista
2. Necesito que Rosa Venga
3. Primero Muerto que Preso
4. Yo Decidí Ser Jardinero 

5. Una Casa Más, Una Casa Menos…

No se imaginan cuánto me costó escribir esta entrada.  La evadí todo lo que pude.  Agradecí que el jueves pasado fuera festivo en casi todas partes para así aplazarla una semana más.  No quería llorar al escribirla, me parecía imposible no hacerlo porque tendría que sacar a la luz muchos temores y prejuicios.  Por fortuna, un par de conversaciones con un escritor y amigo de la universidad donde estudié, me dieron los impulsos que necesitaba y me recordaron que yo escribo para liberarme a mí misma. Así que esto fue lo que salió:

Yo Llegué por Aeropuerto – Parte 2 – Ego y Discriminación 

Discriminación

Todo hubiera sido más fácil si yo no tuviera un pasado.  Todo hubiera sido más fácil si como hizo Don Luis, hubiese olvidado mi historia y empezara una nueva vida.  Si hubiese entendido pronto que muchas veces se nos va la vida tratando de hacernos a un nombre y a una imagen que se pueden desbaratar en cualquier momento.   Todo hubiera sido más fácil si la discriminación no hubiese estado dentro de mí, como un fantasma que me perseguía y que moldeaba mi actuar.  Nada fue fácil, sobre todo la lucha con mi ego y con una discriminación que siempre estuvo como una fantasía en mi cabeza y de la que no fui víctima o sí lo fuí, pero de quien menos lo imaginaba.

Les cuento… quedamos en que fui a recoger los niños al colegio y tomé la decisión consciente de seguir con mi vida como si nada hubiera pasado.  Seguir igual al día anterior.  Pero la tranquilidad que buscaba se me desbarataba a ratos.  Ese día cuando llegó el padre de los niños me preguntó que cómo me había ido con la licencia. Le dije: “no aparecí en el sistema, mi visa está vencida y no me van a renovar la licencia”, me dijo, sin sorpresa ni asombro, “ahí vemos qué hacemos…”   El cinismo me acabó de rematar y tomé la decisión de irme de ahí.  Buscar otro trabajo y arrancar de cero.  Jota había llegado a vivir a Los Ángeles 4 meses atrás y nuestra relación, luego de muchísimos años, estaba tomando forma.  Y así fue como, de la noche a la mañana, el nueve de abril nos subimos al carro y con tres amigos/testigos, nos fuimos a Las Vegas a casarmos.

Mi vida tomó otro rumbo, ya no estaba sola y la lucha la repartimos entre los dos, pero no por eso se hizo más fácil.  Comenzaron a pasar muchas cosas que fueron dando forma a una nueva manera de pensar en cuanto al ego y a la discriminación que trae la inmigración ilegal.

Por ejemplo, en alguna ocasión conocí a un egresado de ingeniería civil de una muy buena universidad en Colombia que vino a estudiar un doctorado.  Los escuché decir en medio de sus quejas sobre la adaptación a este país: “es que yo en Colombia era Fulanito de Tal y acá soy un Don Nadie. ¡Eso es muy berraco!” (de los mismos autores de “Usted No Sabe Quién Soy Yo”)  Escucharlo decir eso fue todo un acontecimiento para mí porque yo llegué a sentirme igual.  En Colombia yo tenía muchas cosas que me auguraban reconocimiento, nombre, dinero y qué-sé-yo cuántas cosas más, pero al decidir migrar todo eso se fue al piso y quedó en el pasado.  Nada de lo que yo había sido me servía ahora .  Tenía que hacerme a una nueva historia, un nuevo yo y abrirme un nuevo camino.  Lo asumí y viví con coraje mi decisión de salir de esa zona de comodidad; de ese engaño que es vivir buscando prestigio, reconocimiento, fama y dinero.

image

En fin, al mes y medio de habernos casado y luego de haber ahorrado un poco, dejé el trabajo que tenía de una forma bastante incorrecta y ahí sí quedé como dicen: con una mano adelante y la otra atrás.  Pero conseguí trabajo relativamente rápido, sin referencias y casi a punto de mentir para poder ubicarme laboralmente.  Afortunadamente mi “sangre dulce” para los niños y precisamente, mi formación académica pesaron más que el haber dejado el anterior trabajo botado.  Pero, además de trabajar para ahorrar y aplicar a la visa, me dediqué a ser indocumentada.  

Ahí fué cuando me enfrenté a mi ego.  Logré superar el miedo a ser discriminada,  menospreciada y excluída.  Pesó más mi autoestima, el amor por mi país y mi cultura y el reconocimiento de la importancia de los latinoamericanos en la historia.  Incluso en ese momento dejé a un lado la pelea insulsa de no llamarle a los gringos americanos que porque todos somos americanos. Yo no, yo no soy americana, no me generalicen.  Yo soy de la América Latina: la que habla español;  la que ha vivido entre guerras en busca de una identidad y de la que los extranjeros se enamoran cuando la conocen.  Yo soy latina: de sabores, colores y sonidos tropicales.  No me metan en el gentilicio general, yo no soy cualquier americana, yo soy latinoamericana.  Los gringos que se queden con el “americano” a secas, sin el sabor, sin el calor y sin el son de los latinos.

En lo que íbamos.  Seis meses pasaron en esos ires y venires de trabajar sin permiso del gobierno y de manejar a diario sin licencia hasta que un día, por un descuido fatal, se nos dañó el carro que teníamos (el día de mi cumpleaños en noviembre de 2011).  Tuve que usar el transporte público para desplazarme casi dos horas en las mañanas y otras dos horas en las tardes.  Ahí comencé a averiguar historias para tratar de verme y de identificarme con el “otro”.   Me vi en ellos: en sus miedos, en sus odios, en sus incertidumbres.  Me identifiqué con su espera, su aislamiento, su temor a comunicarse y a confiar en los demás.  Un amigo me dice que tengo un don porque, seguramente, de todas las personas que se subían a esos buses, yo era la única que se sensibilizaba con cada uno de los pasajeros y les indagaba por sus historias. Yo no creo que el asunto sea de un don sino de sentir que mi deber era visibilizarlos.  Mostrar cómo son personajes que mueven los hilos invisibles de esta ciudad y como incluso, son los que ayudan a mantener la economía de California estable (reciben pagos en efectivo que en muchas ocasiones, están exentos de impuestos). En fin, ese tema daría para otra entrada.

Ser indocumentada fue mi identidad por muchos meses.   No lo ocultaba porque, tal vez por mi formación como psicóloga y una vocación secreta por contar historias, entendía que mi rol era importante.  Me permitía conocer otras historias de personas en iguales circunstancias.  Sobre todo, lo aprovechaba para ver las reacciones de las personas cuándo les decía de frente mi situación.  Por ejemplo, una noche de enero, en el cumpleaños de una amiga, conocimos a varios colombianos y cada quien hablaba de su trabajo y todas esas cosas.  Ya saben cómo es… uno le pregunta a la gente (así a lo costeño) “ajá, ¿y tú qué?” y responden con el trabajo que desempeñan, la universidad donde estudiaron, la carrera que hicieron, el trabajo de los padres, el barrio donde vivían, entre otras.  Esa es su identidad como personas. (Eso sin contar cuando dicen “yo soy el dueño del carro rojo que está allá…”)  Yo les decía: “yo soy indocumentada”.  Y ¡ah la de reacciones que vi!  Silencios, miradas evasivas, conversaciones inconclusas, bocas abiertas, de todo un poco.   Fueron pocos los que hicieron caso omiso a los prejuicios y se animaron a cultivar una amistad.

Estuve aproximadamente un mes yéndome en el bus a diario hasta que de nuevo me atreví a manejar el carro nuevo que habíamos comprado.  Me sentía indigna del carro, era un último modelo conducido por una ilegal sin licencia de conducción: ideas irracionales que si uno se descuida van calando muy hondo.  Un día hice un pacto con el carro, su deber era ser invisible ante los policías y mi deber era conducirlo de manera ejemplar.  Nos fue bien, él me cumplió y yo le cumplí.

Ahora bien, respecto a la discriminación, hubo tres incidentes que me abrieron los ojos frente al tema y me mostraron que esos prejuicios se crean primero en nuestra mente.

Todo un personaje

Todo un personaje.  Esas mismas banderitas son las que me estampilló en el carro. Hace poco descubrí que es un diseñador de producción muy famoso. Fuente de la imagen: Google.com

En alguna ocasión manejaba (aún el carro viejito) en una calle de Los Ángeles y alguien me chocó por detrás, fue un golpe seco que me dejó fría.  Me bajé muerta del susto, dispuesta a ver el gran hundido en el carro.  Yo estaba manejando sin licencia y esperaba lo peor, alcanzaba a ver a un conductor rubio y me imaginé que no iba a salir bien librada por ningún lado.  El carro que me chocó fue un Corvette y por ser tan bajito, en realidad solo raspó mi carro y le dejó tatuadas las banderas en la defensa.  Ahí estuvieron hasta que meses después, cuando se dañó el carro, nos enteramos que eran removibles 😉  Lo curioso fue el personaje que se bajó del carro con cara de niño asustadizo y culpable (les dejo la foto).  Era un hombre altísimo y corpulento, con una camisa sin mangas, pantalón bota campana y zapatos de plataforma.  Brazos tatuados, cabello largo rubio, uñas largas y decoradas; tenía piercings en toooodas partes, además de parches, taches y collares.  Yo me llené de miedos, esperando ver que un personaje hollywoodense como él me discriminara por ser latina, por no tener licencia y qué sé yo que otras cosas.  Pero no, me habló con una dulzura indescriptible y prometió hacerse cargo de todos los daños del carro sin el menor reparo.  Fueron muchos los prejuicios que ese día se quedaron sin fundamento.  Fueron muchos miedos imaginarios los que mandé “pa’l carajo” ese día y los que siguieron.

En otra ocasión iba manejando e hice un inesperado giro a la izquierda que tomó por sorpresa al conductor de una camioneta.  El señor enfurecido me siguió y al hacerse junto a mi carro, gritó con todo el odio y el placer que encontró en sus entrañas: “¡GRINGA!”… Yo quedé anonadada.  Por fortuna, tuve la lucidez y agilidad para devolverle la injuria: “Y USTED, LATINO”.  Yo creo que no se esperaba que la rubia de la camioneta le resultara una latina peliteñida.  Aceleró y siguió su camino.   Yo en cambio, quedé trastornada, impresionada y entendiendo las contradicciones del discurso de discriminación.  O sea, ¿en serio?, ¿gringa?, ¿es eso una ofensa, un agravio?  ¿Quiénes son los prejuiciosos, quiénes son los que se aislan porque sus propios miedos son más fuertes que la voluntad de reconocer en el otro a alguien igual a uno?

La última (y la más mortal) fue con uno de mis interlocutores en un bus hacia finales de enero de 2012.  El señor bastante curioso, tanto como yo, quiso averiguarme mi vida y yo lo dejé.  Le contesté cuanta pregunta me lanzó y la conversación fue un vaivén de experiencias bastante enriquecedor.  Su pregunta estrella fue: ¿Pero usted cómo llegó?, yo le dije que primero había llegado a Nueva York, luego a Seattle y que allá estuve estudiando.  Abrió sus ojos, respiró muy profundo y me juzgó como quien descubre a un infiltrado.  Me dijo: “ah, ¡pero usted tenía visa!, ¡usted llegó por aeropuerto!, ¡usted no está mojada!   Le faltó poco para echarme en cara que sabía inglés, que había ido a la universidad y hasta que era colombiana (los colombianos tenemos fama de ser los inmigrantes más preparados que llegan a este país.)  Yo agaché la mirada y traté de mostrarle que todo eso era igual, pero él siguió diciéndome cosas.  Se calmó cuando le dije, “sí señor, yo llegué por aeropuerto”.  Ahí terminó la conversación y entendí que en ocasiones quienes te discriminan son los que ven en tí eso que ellos han querido ser y no se han atrevido, aquellos a los que el miedo les gana.   Ahi comprendí lo que realmente me hace diferente.

Tuve miedo a ser discriminada, pero eso nunca pasó porque yo misma no me veía diferente a los demás, yo me sentía igual a todos y a todos los trataba por igual.   Porque yo me acepto como soy, con mis errores y mis aciertos, con mi pasado y mi presente, con la historia de mi país que llevo a cuestas y que acepto como parte de la evolución de las naciones latinoamericanas.   Entonces me di cuenta que estuviera donde estuviera, nadie me iba a discriminar, menospreciar o excluir porque yo no me discrimino a mí misma, porque siempre he mostrado con orgullo lo que soy y lo seguiré haciendo, ignorando los prejuicios y los miedos de los demás.

Desde enero hasta octubre de 2012 viví como bien me lo enseñó García Márquez, feliz e indocumentada. Siempre me llamó la atencíon cómo Gabo tuvo el coraje de poner esas dos palabras en una misma frase.  En esos meses entendí porqué lo hizo.  Los ensayos periodísticos que publicó bajo el título “Cuando Era Feliz e Indocumentado”, los escribió mientras vivió indocumentado en Venezuela.  Fue este periodo el que le ayudó a encontrar su estilo periodístico, a despertar su conciencia política y su compromiso con Latinoamerica.  Algo similar me pasó a mí, pero sobre todo, fue un tiempo en el que viví tranquila,  sin miedos, sin culpas. Una especie de desafío a esa felicidad artificial que nos meten por los ojos; la felicidad de tener, de mostrar y demostrar.  Mi felicidad era y es la de quien vive a plenitud su vida sin seguir canones sociales ni parámetros establecidos.   En ese tiempo yo esperaba paciéntemente y disfrutaba cada experiencia que llegaba.  Lo peor que podía pasar era que me deportaran y eso no tenía nada de castigo porque para mí Colombia era y será siempre un paraíso.

Tuvimos contratiempos con la documentación y eso alargó el proceso.  Pero yo ya no tenía afán y podía esperar.  Finalmente, en octubre, mes en el que me pasan todas las cosas buenas, llegó la citación a la entrevista final.  Ni siquiera me preparé como lo hace la mayoría que estudia y recita como máquina.  Llegué y me corcharon con la primera pregunta.  No me sabía la dirección de mi casa.  Gagueé con el sonido labiodental de la efe hasta que le dije a la señora sin la menor vergüenza, no me la sé.  A las semanas me llegó la residencia provisional y en Noviembre de 2014, la permanente.

Hoy en día les puedo decir que no fue un tiempo fácil,  que tuve miedos, que algunas noches lloraba y no podía dormir porque los fantasmas de mi ego me perseguían y me hablaban cual Birdman.  Dudé muchas veces: quise volver a mi país; a mi pedazo de tierra para sentirme normal, para no sentirme distinta ni especial. Quise volver a mi nombre, a mi título profesional, al renombre de mi universidad, a la ocupación de mis padres y a todas esas cosas que constituyen una falsa identidad.   Pero no me dejé llevar y preferí ser lo que soy en esencia y seguí esforzándome por hacer lo que me apasiona, practicar deporte, llevar una vida saludable,  ayudar a hacer de este mundo un lugar donde vivir sea cada vez más fácil y sagrado.

Por último, les dejo la canción que le da título a esta serie.  La escuché muchísimas veces durante el año y medio que estuve sin documentos.  Prefiero esta versión porque me gusta como Julieta se la dedica a Calamaro al principio.  Así se la dedicaba yo a Jota porque haber atravesado el viento sin documentos jamás habría sido posible sin él.  Detrás de todo lo que les conté hay una historia de amor que se convirtió en el motor más grande de todo ese tiempo.  Un amor al estilo Florentino Ariza y Fermina Daza; un amor de ¿ahora o al final de nuestras vidas? y los dos, sin ponernos de acuerdo, sabíamos que la respuesta era AQUÍ Y AHORA.

Gracias por leer y traten de no irse sin dejarme un comentario 😉  Les gustó… no les gustó… me faltó alguna tilde… alguna cosa…

 

Rate This Post:
1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (No Ratings Yet)
Loading...

You Might Also Like

20 Comments

Reply Leslie April 9, 2015 at 9:39 am

Tildes completas.
Muy chévere y muy… de todo 🙂
Saludos a Jota.

    Reply navegue April 15, 2015 at 9:22 pm

    Leslieeee! ¡Me tomaste por sorpresa! Todo me esperaba menos que leyeras mis diatribas (está de moda la palabra, usémosla). Gracias 😀

Reply José Raúl Ortigoza April 9, 2015 at 11:06 am

Me encantó o será que me gusta leer,de verdad hermoso historias de vida y por las que uno le da valor a todo mucho o poco a logrado en el paso por esta vida,gracias muy bueno

    Reply navegue April 15, 2015 at 9:23 pm

    José Raúl, gracias por pasar a visitar el blog y por dejarme el comentario. Definitivamente tienes razón, hay cosas que uno vive que le hacen valorar lo que tiene y lo que es. Abrazos!

Reply JAC April 9, 2015 at 2:01 pm

Yo no creo en las casualidades porque creo fielmente que las cosas pasan cuando tienen que pasar y como tienen que pasar, por esta última premisa es que mis miedos son prácticamente cero… así que, la evasión a escribir este relato, dizque por miedos, y festivos y demás, hizo que te coincidiera con tu Aniversario, justo en el #JuevesBloguero… mmmmmm no creo en las casualidades… Feliz Aniversario para vos y para jota, y entre más conozco tu humanidad más eres mi super-heroe favorita… 😛 PD: En un rato sale la mía… 😉

    Reply navegue April 15, 2015 at 9:39 pm

    Pues las coincidencias son una maravilla, pero las evasivas no. Digamos que yo planeo hasta las evasiones, en eso soy medio experta 😉 Respecto a lo de ser tu súper héroe, la verdad me dejas sin palabras. Gracias por compartir hoy, un poco de tu humanidad conmigo, me sentí muy apreciada 😉 Te quiero

Reply Rocío April 10, 2015 at 10:23 pm

Me parece admirable que compartas tu historia, es difícil para muchos repetirla, algunos prefieren solo dejarla en el pasado. No sé si yo podría hacerlo, como preguntaste en tu anterior entrada. Requiere mucha valentía y de esa yo no la tengo. La vez pasada me dijiste que era valiente por cortar mi cabello y que eso era más difícil que correr una maratón, pero yo creo que lo que has hecho lo requiere más. Yo viví mi experiencia como inmigrante de una forma diferente, pero hay definitivamente muchas lecciones y quizás todo esto nos ayuda a darnos cuenta cuál es nuestra verdadera identidad.

    Reply navegue April 15, 2015 at 9:50 pm

    Hola Rocío! Primero que todo, gracias por tus palabras, me hacen sentir un noséqué nosédónde 🙂
    La verdad es que todo ese nudo de emociones, sentimientos e ideas irracionales hay que desmadejarlo para luego hilvanarlo de forma organizada y echarlo en el canasto de lo que ya no se usa. Siento que es importante no almacenar nudos sino madejas, para que no se enreden más adelante con otras cosas y terminemos peor de enredados internamente. Esa es mi búsqueda así me duela.
    Y sigues siendo muy valiente, los apegos al cabello tiene cierta simbología y eso es lo que no me atrevo a descifrar aún 😉
    Besos!

Reply Cecilia April 12, 2015 at 11:37 pm

Gracias por compartir tu experiencia, me identifico contigo en algunas situaciones que vivistes y me motiva a cambiar paradigmas que estan en mi mente ….

Muchos exitos !!!

    Reply navegue April 15, 2015 at 9:51 pm

    Hola Cecilia! Mil gracias por detenerte a comentar, me hace sentir muy bien saber que te ha servido de algo todo lo que he compartido. Me dejas la sensación de “Misión Cumplida”.
    Éxitos para ti también.
    Gracias!

Reply Liza Johanna Ariza April 14, 2015 at 10:20 am

No te dije por qué no había leído antes tu post. Me imagino que tienes algo de idea. Mi camino todavía tiene miedos. Me alegra leerte y sentirte tan cerca, tus letras siempre las voy a leer desde el asiento trasero de un Tico :). Gracias por ser héroe, por aprender y compartir la sabiduría que no se aprende de otra manera que viviendo. Quiero que sepas que cada vez que hablo de ti se me infla el pecho, estoy orgullosa de ti, de lo que has pasado y sufrido, porque más que los aciertos, estas cosas te hacen quien eres.No la exilegal, no la sicóloga, Natalia. Me ganaste con el florentino. Espero darte una gardenia la próxima vez que nos crucemos.

    Reply navegue April 15, 2015 at 9:55 pm

    Lizz, andabas escribiendo esto mientras chateábamos… Qué chistoso! Siento que me decías cosas lindas a mis espaldas!!!
    Me aguaste los ojos con lo del Tico; ese día también está bien guardado en mi memoria, creo que fue un 19 de marzo 😉 de 2002?
    Tú también eres una inspiración para mi, no te imaginas cuánto.
    A ver si nos vemos en septiembre. Si no es que te has ido de nuevo 😉

Reply Tu madre April 14, 2015 at 11:18 am

Mi querida hija! solamente cuando en la vida uno se siente tan seguro de sí mismo, es capaz de compartir muchas cosas con el mundo, todos en alguna ocasión o en muchas hemos sentido miedos, temores,angustis, rechazos, etc, pero el tener que enfrentarnos a estos hechos nos dan la seguridad y la valentía de seguir adelante. Esa eres tú, esa es tu escencia.
Yo también, al igual que Liza Johana se me hincha el pecho y el corazón, no solamente cuando hablo de ti, sino cuando pienso en ti. Te amo! sigue siempre adelante. Ya sabes, p’tras ni p’coger impulso.

    Reply navegue April 15, 2015 at 9:57 pm

    Ay madre. Gracias por estar siempre ahí conmigo. Ten presente que yo escribo para ti, para que aprendamos juntas. TE AMO!

Reply Checho War Rdz April 21, 2015 at 2:22 pm

Naty’s Blog. Te comento que me metí tanto en el cuento que antes de terminar de leer ya iba a escribir: ¿Aja y tu que? ¿Te zapatearon? ¿Te tomaste media caja de rivotril pa’ no deprimirte? Me comí la uña del pulgar de la mano izquierda, ya me duele. En fin, luego volví a la realidad y me acorde que estas viviendo con el HSST de la paba, Jota, tranquilita en la “yunai” y se me pasó…..

Esto definitivamente nos pasa a todos los que llegamos a un país por primera vez, a mi me pasó, aunque yo, buscando una oportunidad a lo legal, me devolví. Hablo de Canada, no! Que me deporten, nombe me voy ahorro y me devuelvo, mira por donde va el me devuelvo.

Ahora, que estoy haciendo el papeleo para volver como residente permanente, me acuerdo que en el aeropuerto y en el avión lloraba de la tristeza porque me regresaba a Colombia (con esto no digo que no ame mi país), pero a veces en otros paises uno descubre facetas de si mismo que lo hacen sentirse a gusto con todo y en paz, que es lo mas importante.

Terminé, un abrazo para tí y J.

NOXPI 😉

    Reply navegue May 10, 2015 at 11:46 am

    Sergio!!!!! No te imaginas la alegría que me dio leer tu comentario (no había constestado pq andaba de parranda en las europas).
    Qué tomé pa no deprimirme? Pues nada, me echaba encima unas 15 millas de running a la semana, buena comida y mucho amor de Jota! Ah cosa pa funcionar. Las dos primeras suenan bobas, pero nada como el ejercicio para mantenerte vivo y ni qué decir de la buena comida.
    Avísanos cuando estés en Canadá y pasamos a visitarte. Acá eres bienvenido cuando quieras 🙂
    Definitivamente estoy muy de acuerdo contigo. Creo que estar en otro país te hace darte cuenta de lo que puedes hacer y de lo grande que eres, es un boost para la autoestima que no se encuentra ni en el consultorio psicológico.
    Abrazos!!!

Reply Luisa Rojaa April 29, 2015 at 7:21 pm

Nathy, te conocí hace muchos años y hoy te veo más serena, autentica y feliz a través de tus letras. Te mando una abrazo en la distancia.

    Reply navegue May 10, 2015 at 11:39 am

    Gracias Luisa, tus palabras son reconfortantes. Me hacen sentir que los años no han pasado en vano 🙂 De nuevo, gracias por leer y espero que te pases por el Blog de vez en cuando.
    A ver si nos vemos pronto! 😉

Reply guarero June 12, 2015 at 12:55 am

Me gusto, probablemente sea a mi el que le falte una tilde, pero puedo soportar la eterna e inexplicable falla.

La discriminación es una de la peores, formas de humillacion. En Venezuela, algunos nos discriminan por ser trabajadores y pilas, por que muchos inmigrantes no dudan dos veces, en hacer ciertos trabajos.

Seria injusto decir que también hay muchos venezolanos trabajadores y muy bien preparados que lamentan su destino por los caprichos, de la política.

Reply Claudia August 11, 2016 at 6:44 pm

Hola Nati. Llegué a este post después de ver que te dieron la ciudadania, te felicito, me alegra por ti porq sé lo q es lo q significa. Siempre he pensado que Australia y América (a mi también ya se me quitó el video con llamarla así) se parecen en muchas cosas pero leyéndote veo q en cuanto a inmigración la cosa es bien diferente, me imagino q en muchos sentidos pero aqui te dejo esta curiosidad. En América las conversaciones iniciales con inmigrantes son “…y responden con el trabajo que desempeñan, la universidad donde estudiaron, la carrera que hicieron, el trabajo de los padres, el barrio donde vivían…” En Australia curiosamente tu respondes con: cuanto tiempo llevas aqui en q trabajas que estudias y que has conseguido en el tiempo q llevas acá. Lo q hiciste, eras o pasó en Colombia desaparece casi por completo, a muchos amigos les he preguntado por sus vidas en Colombia mucho tiempo después. Hmmm me quedo pensando en esas diferencias! Muy chéveres tus historias por ahi te sigo leyendo de vez en cuando, es como leer a alguien que es famoso e importante pero q se siente cercano y se parece mucho a mi.

Leave a Reply