Había decidido cerrar el ciclo de crónicas de la carrera, pero no puedo dejar esta por fuera. Luis Alfonso López es un corredor bogotano que desafió todo lo que su familia, amigos y doctores pudieron pensar que fuera posible. Les confieso que a mí me sorprendió su osadía, pero lo que más me gustó de esta historia es que Luis Alfonso literalmente escuchó su corazón y sintió que él sí podía correr los 42k de la Maratón de Las Flores Medellín y así lo hizo.

Acá les dejo. No olviden dejar sus comentarios 😉

Mi corazón había respondido.

Por: Luis Alfonso López

El amanecer fue lento y tardío, se hizo realidad solamente cuando sonó el despertador. Abrí los ojos que durante tres días nunca se cerraron por la ansiedad de la competencia e inicie el protocolo previo para la maratón de las flores, ilusión que tenia desde hace mas de siete meses; mi ropa y los accesorios ya estaban listos desde la tarde anterior solamente faltaba las ganas de vestirme, la ducha y el desayuno fue corto por el temor de perder tiempo, pensando en todo lo que tendría que pasar en esa mañana.

Me arrodillé junto a la cama, e imploré a Dios que me acompañara en cada paso que diera, y que llenara de fuerza y de salud a mi corazón, le pedía que pudiera estar con mi esposa y mis hijos y recibiera sus abrazos al momento de cruzar la meta.  Con besos me despedí de mi esposa y de mis hijos, y paso a paso logré llegar al punto de salida y de calentamiento, ya deseaba que fueran las siete de la mañana y escuchar el grito y el impulso de todos los atletas para iniciar mi primera maratón.

Al momento de recibir el correo en el cual la organización de la Maratón de Las Flores me indicaba que se había realizado satisfactoriamente la inscripción a la carrera, sentí una gran emoción y una gran felicidad, ya había corrido varias competencias de 10, 15 y 21 k, pero sentía miedo y temor porque no era una carrera fácil, pero tenia la convicción de que yo podría lograrlo. Faltaban siete meses y con un buen entrenamiento lo haría.

Empecé a leer y ver videos sobre la maratón, y me alegraba, pensaba que si podía lograrlo. Con el tiempo que faltaba podría realizar un buen entrenamiento, estaba feliz, y lo trasmitía a mis amigos y familiares, aunque ellos no entendían mi emoción, para ellos era solamente otra carrera,y otra medalla.

Estábamos todos los corredores con ansia y deseo de empezar a correr y descontar kilómetros de esa competencia.  Escuchaba chistes y comentarios de lo que se avecinaba, pero no entendía nada aunque fueran los mejores chistes, pensaba en lo que pasaba en mi vida, en poder logar cruzar la meta y no perecer en el intento, en no tener un nuevo infarto.  Escuchaba las palabras de los médicos que me decían que yo no podía correr una maratón aunque la corriera lo mas lento posible.

“¿Qué pasa si usted no corre esa maratón, dejara de llevar mercado a su casa?”, me había dicho el médico, pero no podía echar todo a la borda, había entrenado duro, había logrado participar en otras competencia como la Media Maratón de Bogotá, donde había tenido un buen tiempo 2,00,15.  Mi corazón había respondido.

Me había preparado y quería correrla, pero también escuchaba a mi esposa que me había dicho que tenia una familia y unos hijos hermoso y que en el momento que tuviera que parar y dejar todo a un lado lo debía hacer.  Sentí un gran frio y no podía asimilar las palabras que me había dicho: no las asimilaba. Sentí como un gran balde de agua fría que se volcaba en mi cuerpo.

“Me parece que no me entiende, usted no puede correr una maratón, ni una media, lo máximo que podrá correr es una competencia de 10k , con un ritmo de 7 min/km” fueron las palabras del doctor Ovalle de la fundación de Bogotá.  “Usted sufrió un infarto el 19 de noviembre y una competencia de ese nivel es un imposible para usted”.  Pude balbucear y alegar que mi infarto se debió a un transito lento de mi sangre, que no tuve dificultades ya que solamente destaparon mi arteria a través del procedimiento del cateterismo.  Su rostro seguía austero.  Así mismo le dije que no me habían realizado ninguna cirugía, ni me instalaron ningún stent, solamente pude escuchar un ronroneo de sus labios, “tendrá que realizarse una prueba de esfuerzo, y ante los resultados, hablaremos”.

Hablé con varios médicos de la Fundación, con quienes realizaba la terapia de rehabilitación cardíaca, y cada uno de ellos me daba un concepto diferente, pero todos insistían en que debía realizarme una prueba de esfuerzo.  Algunos rechazaban cualquier competencia atlética, ya que aclaraban que el cuerpo siempre sufría algunos daños. Otros más tolerantes respondían que sí ante la pregunta, ¿una persona atlética e infartada puede correr una maratón?

“Solamente te puedo decir que mirando tu historia clínica que refleja tus avances y mejorías en tu ritmo cardíaco, el control del colesterol en los alimentos que consumes, el peso controlado que tienes, los resultados que he visto en tus exámenes, y el hecho que hayas realizado otras competencias con respuesta positivas de tu corazón, puedes llegar a correr la maratón, pero todo esta condicionado a unas recomendaciones que debes realizar, guiándote en cómo te sientas en la competencia y puedas manejar tu ritmo cardíaco dentro de los limites establecidos para tu estado y tu edad: 145 – 154 ppm.  Es una competencia muy fuerte y tienes que tener todos los controles, tanto en la competencia como en la recuperación , ya que dentro de la primera hora después de la carrera se pueden presentar episodios de infarto.

Así mismo te recomiendo que estés siendo monitoreado por un familiar o un medico de la organización, informando cada 5 kilómetros como te encuentras, tienes que hidratarte continuamente, debes tomarte una aspirina antes de la competencia y debes llevar los medicamentos y la fórmula.  En el caso que sientas cualquier síntoma de un episodio de un infarto debes llamar al medico de la carrera o a tu familiar, para que en forma pronta te den los primeros auxilios, ya que no sabemos como pueda responder tu cuerpo ante otro infarto.”

No sabia qué sentir ante este dilema, ya que me habían dado la autorización para correr la maratón con muchas condiciones y precauciones medicas, pero existía el gran temor de un nuevo infarto ante el cual no sabia si resistiría.

En compañía de mis hijos en la Feria DeporteVida

El día sábado en la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, recibí el Kit de la competencia acompañado por mi familia, pero tenía miedo en lo que podría pasar el día domingo.  Quería salir corriendo rumbo a Bogotá y dejar todo a un lado, pero también quería cumplir el sueño de correr la maratón.  Me había preparado y tenia la autorización médica de correrla.   Mi esposa me miraba y veía en mi rostro ese temor, pero la abrace y le agradecí que estuviera conmigo acompañándome en esa carrera.

Los primeros metros estuvieron llenos de alegría, al ver a los paisas que nos acompañaban y nos gritaban.   Estaba feliz.  Era una gran emoción. Pasaron los primeros 5 kilómetros y mi ritmo cardico estaba dentro del limite de pulsaciones por minuto con un ritmo de 6,5 k/m, una gran competencia, pero mi ritmo empezó a aumentarse.  Había cuesta continua y tenía que disminuir mi ritmo de carrera, ante lo cual baje mis zancadas.  Estaba feliz.

En la tarde del sábado antes de la carrera empece organizando mi camiseta, el número, la pantaloneta, las bebidas isotónicas, en fin todos los accesorios, pero en mi cabeza estaba la carrera, y ante el dilema dado por el medico, tomé una decisión: no correría la maratón de las flores, solamente correría 21k. Me uniría al grupo de corredores que participarían en la media maratón, era la mejor decisión, por mi salud y por mi familia.

Mi cuerpo respondía correctamente ante el paso de la competencia, corría al ritmo cardíaco y cumplía con las recomendaciones dadas, aunque fuera al ritmo de una tortuga pero ya había corrido 15 k, y veía como ciertos corredores se detenían, yo los alentaba a continuar, a seguir y no rendirse, esta contento estaba logrando mi sueño, pero para mí aún no había empezado la carrera, faltaba mucho.

Cuando vi los guías de la competencia, que informaban que los corredores que compitieran en la media maratón debían tomar el carril de la derecha el cual los dirigía rumbo a los 21k, y los competidores de la maratón debían tomar el carril de la izquierda; en ese momento no lo dude, me sentía bien y estaba corriendo con las recomendaciones médicas: tomé el carril de la izquierda el que me llevaría a la gloria de ser maratonista, y mis pasos se hicieron mas fuertes y poco a poco se fueron comiendo los kilómetros de la maratón, veía como muchos corredores claudicaban, y mis pasos lograban el sueño.

Cuando tú corres una carrera de 10, 15 o 21 k, al pasar de los kilómetros vas descontando y estableces lo que te falta.  Mi carrera no podía mirarla así, les decía a mis compañeros nos falta una carrera de 15k, o de 10K cuando estábamos en los kilómetros 27 o 32.  Cuando me faltaban 2 k, me traslade a mis entrenamientos y recordaba que esos 2 k eran sencillos, pero para mi en ese momento eran duros mis pasos ya no respondían igual.  No podía rendirme y el premio estaba muy cerca, mi corazón latió con fuerza dentro de los rangos y con las bendiciones de Dios, las recomendaciones de mi doctor, las oraciones de familiares y amigos, lo conseguí.

En los últimos metros sentí el sabor de la gloria cuando escuché a mi esposa y mis hijos que me alentaban a seguir. Mis pasos fueron mas fuertes y crucé la meta.  Había cumplido mi sueño: logré correr la Maratón de Las Flores; logré correr esos 42.195 metros tán duros, con un tiempo de 5 horas y 15 minutos.

Si llegaron hasta acá, los invito a dejar sus comentarios para apoyar a Luis y compartir sus experiencias.

Abrazos!

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