Primero que todo, voy a darles el número de la suerte para que jueguen la lotería esta semana (si ganan algo me comparten). El pasado domingo 5 de junio, corrí mi 5ta media maratón en la misma fecha en que 5 años atrás, corrí mis primeros 5k en la que fuera mi primera carrera.

Obviamente ese dato le dio un toque especial a esta media maratón: la celebración de la constancia y la disciplina de estos 6 años ininterrumpidos haciendo ejercicio (no sólo running) para mejorar mi calidad de vida. Eso me hace sentir orgullosa de mi misma.

Ahora sí hablemos de la que puedo decir, ha sido mi mejor media maratón hasta la fecha. En resumen le puedo decir que la corrí en menos del tiempo esperado, que la hice en segmentos negativos (arranqué lento y tuve una aceleración constante hasta la meta), no caminé, por primera vez en una media maratón, y la corrí a un ritmo que no practiqué en mis entrenamientos. Les cuento:

ANGÉLICA Y AZUCENA 

Mi razón primordial para ir a esta carrera era participar con Angélica y de verdad correr con ella, no como en Surf City que sólo la vi al arrancar y luego al cruzar la meta porque yo iba con el objetivo de mejorar mi marca personal. A Angélica la conocí a través del Blog y en uno de sus viajes a Los Ángeles nos pusimos de acuerdo para correr Surf City en Febrero. Ese día, sentadas en la playa descansando post carrera, quedamos en correr en San Diego. Era un trato. Días después, en Twitter me di cuenta que Azucena, una lectora mexicana también iría a San Diego para correr su primera maratón. No podía perder la oportunidad de conocerla.

Luego de la lesión post-maratón que tuve en abril y a 7 semanas de la carrera, pensé, juepucha, ¿cómo le digo a Angélica que no quiero correr San Diego? Pa´ colmo me dio ese desánimo que me duró como una semana y en el que decidí que no quería más planes de entrenamiento ni obsesionarme con metas esperándome al cabo de 8, 12 o 16 semanas. El caso es que cuando ya estaba más recuperada física y emocionalmente, faltaban 5 semanas y mi ritmo era de 7:04 min/km (a 146ppm) y eso era corriendo 5kms.

En esas me remata Angélica con un: “Nata, yo quiero hacer menos de 2 horas.” Yo le dije: “Angie, que te vaya bien, me esperas en la meta.” Se imaginarán mi tristeza. En ese momento, por más que me esforzara, podría lograr un decente tiempo de 2 horas 15 minutos. El caso es que me dije, nono, calma, sigue comiendo bien, entrenando suave y por lo menos haz un rodaje largo de 16k con un buen taper para ver qué pasa en estas 5 semanas.

MI CORAZÓN

Me dediqué a entrenar manteniendo mi frecuencia cardiaca baja (180 menos edad ⇒148ppm). Semana a semana ví mi ritmo mejorar. Las mejoras eran relativamente pequeñas, pero yo seguía mirando el cuadro grande: en 5 semanas esos 6 u 8 segundos van sumando. Seguí sin un plan determinado (Jota burlándose: tú tienes los planes armados en la cabeza, tú no sigues ningún plan, pero sabes bien qué tienes que hacer.) En fin, mucha natación, un día de bici, 4 días de running que incluían un long run y un día de velocidad; algo poco estructurado y muy intuitivo.

El 31 de mayo hice mi prueba de fuego. 8k a 149ppm con un ritmo de 6:38 min/km. Una mejora de 26 segundos en 5 semanas. Me pareció impresionante. Esto traducido quiere decir que mi corazón, con el mismo esfuerzo, estaba corriendo de forma más eficiente y veloz. Algunos dirán, 26 segundos no es nada. Pero para mí eran suficiente y además, representaba la fortaleza mental y la constancia de mi ser para batallar con mi ego por correr “tan despacio”, algo que sin duda, pocos logran.  Ahí fue cuando entró el mantra inspirado en Camilo Merchán, un corredor bogotano que tiene un blog que me fascina, su consigna para el 2016 es #hagamoslequehptas y me ha gustado tanto que así me fui pa’ San Diego.

Ahora sí, entremos en detalles.

EXPO

Este evento es parte de la serie de carreras Rock and Roll y si hay algo que esa gente sabe hacer son ferias deportivas. Había de todo y para todos. La entrega de los kits no duró ni 5 minutos y el resto fue caminar para ver todos y cada uno de los puestos. Además, San Diego fue la primera carrera de esta marca /de ahí el The Original) y se esmeran por mantener el nivel y por atender bien a los 28.000 corredores que participan. ¡Excelente!

CENA PRE-MARATÓN

Al salir del Centro de Convenciones nos pusimos de acuerdo con dos amigos de Pasadena Pacers para cenar con ellos y con Azucena (más dos amigas que venían con ella, una de ellas resultó ser Mariana a quien también conozco a través de Twitter y la otra era Perla, las tres correrían los 42k) en una de las zonas turísticas. La ciudad tiene muy buena disposición para la carrera. Los restaurantes, así no sean italianos, tienen un “Menú para Corredores” lo que hace que cualquier lugar sea perfecto para la cena de carbohidratos. Los almacenes tienen descuentos especiales si les muestras el dorsal o una constancia de que estás inscrito. Nosotras les mostramos las fotos que nos habíamos tomado y nos dieron un 20%. Eso me pareció excelente, muestra el compromiso de la organización por vincular a la comunidad y al comercio con el evento.

Cenamos y nos fuimos al hotel. Alistamos la ropa y dejamos listo el desayuno para la mañana siguiente.

DESAYUNO Y UBER

El día comenzó a las 4:00 a.m. Habíamos dejado avena trasnochada lista con chia, miel y leche de almendras. Nos la comimos. Al rato me comí dos huevos cocidos y Angie se comió medio bagel con mantequilla de maní. Luego nos dimos cuenta de que era hora de irnos y la verdad era un poco tarde. Pedimos el Uber y nos cobró un dineral por llevarnos porque la demanda era absurda y estaban cobrando 4 veces el precio normal.

SALIDA

La salida era a las 6:15. Llegamos a las 5:55 a dejar las bolsas con nuestra ropa de cambio para después de la carrera y a hacer fila para entrar al baño. Pero era muy tarde, estábamos en fila cuando cantaron el himno y cuando salieron los élite nosotras aún estábamos esperando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hicimos la colombianada de dividirnos a ver cual llegaba más rápido, pero yo, como hace tiempo perdí el pudor, vi unos arboles detrás de unos camiones y sentí que me estaban pidiendo hidratación. Fui a su auxilio, fue una relación simbiótica. Ambos ganamos, el arbolito y yo. Luego busqué a Angélica y a ella le faltaba ya poco para llegar, esperé con ella y nos fuimos al corral. En esas me di cuenta que el banano que llevaba en el canguro se me había caido, pero encontré otro por ahí en el piso y me lo comí (lo que les digo, hace rato perdí las buenas costumbres).

Nos ubicamos en el corral y se nos acercaron unos colombianos, charlamos con ellos y nos tomamos fotos.

Luego Angélica vio una botella de agua sellada en el piso, la recogió y fue su botella de agua todo el camino. Creo que en las carreras es una de las pocas circunstancias en las que puedes coger comida del piso y comértela. Ténganlo en cuenta, tal vez eso los saque de apuros :p

LA CARRERA

El entrenador de Angélica, a escasos 3 días de la carrera, le dijo que debería plantearse una meta menos exigente. Una meta que sin matarse tanto, permitiera que quedara feliz con el desempeño. Le dijo que le apuntara a terminar en 2 horas 7 minutos. Yo había mirado en mi manual del curso para entrenadora de running y me daba un estimado de 2:05, en cierta forma, confiaba en que podría correr con Angélica. Sin embargo, le había dicho, salgamos juntas los primeros 5k y de ahí te vas sola y si te alcanzo, te pellizco, que en realidad era algo como… si te alcanzo, te pellizcas porque quiere decir que estás bajando el ritmo.

Y así arrancamos. Corrimos juntas los dos primeros kilómetros, ella agarró ritmo y se fue adelante. Yo la seguía de lejos y la veía subir las lomas dándole duro y parejo. En el fondo con algo de angustia, pero confiando en que había entrenado fuerte y le iría bien. Mente positiva, buena energía y pendiente de mi ritmo cardíaco. Cuando pasé la marca de los 5k en 31 minutos ya no la veía. Seguí dándole con calma y dejando que fuera mi cuerpo el que acelerara y no mi mente.

A eso del km 8 la vi en la distancia y me propuse alcanzarla. Lo logré poco antes de la marca de los 10k y esa la pasamos juntas en 1 hora 1 minuto. Le dije, vamos bien, vamos súper bien y se fue. Era como si no quisiera verme 🙁 jajaja en esas se me dio por mirar el celular y tenía un mensaje de Jota que decía, you are doing it 💪. Me cayó de perlas, me repetí una y otra vez, I’m doing it, I’m doing it. Me hizo caer en cuenta que iba bien, que no sentía dolor alguno y que mi cuerpo estaba respondiendo. #hagamoslequehptas

Volví a alcanzarla en el km 14, justo antes de que los de 42k siguieran su ruta y nosotros hiciéramos el giro a la izquierda para ir hacia el Balboa Park. La saludé nuevamente, le tomé un par de fotos en la curva y puff, se esfumó de nuevo.

Volví a alcanzarla en las bajadas del Balboa y le agarré un poco de ventaja. Ahí aproveché para parar a rellenar mi botella de agua en el puesto de hidratación. Angie me alcanzó y me pasó cuando se acabaron las bajadas. Seguí detrás. En la salida del parque había un orquesta latina y estaban tocando La Canoa Ranchaá de Grupo Niche y ni pa qué les describo la emoción. Imagínense ustedes escuchar esa cumbia-salsa a miles de kilómetros de casa con el torrente sanguíneo plagado de endorfinas. Bueno, casi nos ponemos a bailar, pero como canalizamos bien la energía, lo que hicimos fue acelerar. En bajada y a punta de cumbia, sacamos los dos kilómetros más rápidos (a 5:17/km) de todo el recorrido.

Yo seguía viendo a Angie a unos 200/400 metros de distancia según fuese bajada o subida. La alcancé de nuevo en el km 19 y de ese momento no recuerdo nada. No sé si le dije algo o no, pero ya había que acelerar con ganas hasta la meta. Eso hicimos. Ella salió enloquecida y yo quedé atrás. Faltando un km le grité: “sólo falta una vuelta al Virrey” y aceleró más. Quería grabarla cruzando la meta y para lograrlo debía meter un pique de unos 200 metros o más. Yo estaba muy emocionada, el reloj me decía que llevábamos 2 horas 1 minuto y a ese ritmo, quedaba menos de un kilómetro para la meta.

Aceleré, prendí la cámara y la enfoqué, al menos eso era lo que yo creía. Casi no la alcanzo, cuánto más me acercaba, ella más aceleraba jajajaja A poco menos de 200 metros logré ubicarme junto a ella y a un ritmo de 4:39/km (eso dice mi Garmin) cruzamos la meta. 2 horas 04 minutos 45 segundos, un segundo antes que Angie porque según yo la estaba grabando y la cámara grabó pa todos lados menos pa’ donde ella estaba.

 

APRENDIZAJE

Si no hubiese sido por Angélica, mi desempeño quién sabe cómo habría sido. Pero sobre todo, no hubiese confirmado que para yo poder dar lo mejor de mí, tengo que estar poniendo mi grano de arena para que alguien más logre su meta.

Cuando escribí la entrada sobre cómo autosabotear tu maratón, les decía que había sólo dos carreras en donde yo había sentido que había dado todo de mí, donde había logrado mis metas de tiempo propuestas y donde al terminar había quedado con la satisfacción de haber hecho las cosas lo mejor posible. Una fue la 5k del 2014 que hice en 24:56 y que terminó en un podio en mi categoría y la otra fue la de Surf City en la que logré correr la media maratón en menos de 2 horas (1:58:15). Me quedé pensando que tenían en común esas dos carreras. Sencillo, en ambas estaba ayudando a alguien a cumplir su objetivo, si yo desfallecía, la otra persona también.

Yo no soy una persona competitiva, ganarle a otros e incluso ganarme a mí misma no es algo que me haga soportar el dolor al final de una carrera. Yo evito el dolor en la medida de lo posible. Pero si debo soportar el dolor y el cansancio para ayudar a alguien, lo hago. Lo he comprobado. Mi mente se calla, no hay pelea, no hay debate, no hay dudas, la meta y el compromiso es lo único que importa.

No sé qué pensar de eso. No he emitido juicio alguno al respecto, suena muy romántico, pero también excesivamente altruista. Mi plan no es tomar medidas al respecto o cambiar cómo soy. Sólo sé que ahora, gracias a esta carrera y a Angélica, me conozco un poco más y he comprendido una de mis motivaciones de autorrealización más importantes. Y pues cada carrera debe servirnos para eso, para conocernos a nosotros mismos y entender de qué somos capaces, si no es así, si pasamos por la carrera o la carrera nos pasa por encima y no aprendemos nada, hombe, pues hemos perdido el tiempo.

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Acá dejo estos datos para la posteridad y para recordarme que corrí de forma inteligente y no a lo bestia como me pasa en los 42k. Empecé lento y terminé más rápido (win), sin perder el ritmo, sin dejar de acelerar (win) y sin caminar (triple winner).