No cabe duda que cuando empecé este blog lo hice con el objetivo de conocerme más a mí misma.  Pero no me imaginé que me daría cuenta de lo obtuso que es mi cerebro a veces. ¿A donde voy con esto? Y ¿qué tiene que ver con Cincuenta Sombras de Grey?

El viernes en la mañana leí el comentario en la entrada Cincuenta Sombras de los Hombres Mojigatos de una compañera de la Universidad donde me expresa por qué no soportó el libro. Me compartió en facebook una entrada de una bloguera australiana y remata con un ” me dio mucho malgenio darme cuenta que, después de mi experiencia personal y laboral, todavia la violencia contra las mujeres me pasa por el frente y no me doy cuenta.” ¡Ahí fue cuando yo recibí mi cachetada!

A ver les cuento.

Rosie Waterland, del blog www.mamamia.com.au, fue a ver la pelicula para posteriormente hacer una reseña. Cuenta que salió de la película casi llorando porque lo único que encontró fue la historia de una relación de violencia doméstica camuflada en una relación sadomasoquista. Habla de cómo Cristian conoce a Ana y una vez la relación toma forma, él se encarga de decirle cómo vestirse, le regala un teléfono celular y un computador para poder comunicarse con ella todo el tiempo. Le dice qué comer, a qué doctor ir y hasta le compra un carro que esté a la altura del estatus social de él. Rosie tiene muchísima razón en lo que escribe. Peca al no haber leido el libro, pero lo triste es que en los montones de cometarios que recibe, la critican por decir eso, la critican mujeres diciéndole que cómo se le ocurre decir eso si él lo hizo por amor!

Ahora bien, mientras estaba leyendo ese blog, mi boca entreabierta dejaba ver lo estúpida que me estaba sintiendo por mi postura frente a la personalidad de Ana. Cuando yo leí el libro, detestaba a Ana.  Una amiga decía: “¡¿es que cómo puede ser tan tonta?!” Y dejó de leer el libro. Yo estaba de acuerdo (aún lo estoy). Me parecía una mujer falta de carácter, insegura, manipulable, sin criterio, débil emocionalmente y despreciable. Yo la anulé totalmente. Leía el libro y jamás me conmovía con sus lágrimas. Ana para mí no existía; Ana era una pobre tonta que no merecía que yo pensara en su personaje o su personalidad.

Terrible, ¿no? Despreciable de mi parte pensar así, ¿cierto? ¿Saben que es lo peor? Que es exactamente igual a lo que pasa en la vida real. No me gustan las mujeres que reflejan ese tipo de personalidad y mantengo mi distancia. Me quedo como una simple espectadora de la realidad que muchas mujeres viven. De cómo son abusadas psicológica y hasta sexualmente. Soy espectadora de relaciones que funcionan asi, qué sé yo, amigas, familia, conocidas, etc. Las miro como un bicho raro, como un caso de estudio. Pero lo más triste aún es que no soy la única que hace eso.

Anastasia está lejos de ser la heroína literaria que muchas deseamos encontrar en nuestros libros, pero está muy cerca de ser la mujer que está a la vuelta de la esquina; de ser una de nuestras amigas; miembro de nuestra familia y a la que constantemente criticamos y le damos la espalda. Tal vez esa es la razón por la que este libro es un Best Seller: porque son muchas las que se identifican, porque representa la violencia psicológica.

Hoy me pregunto:
– ¿Cuál es nuestro papel en una situación así?
– ¿Qué hacemos cuando estamos frente a un caso de estos?
– ¿Qué decimos ante esas frases “es que mi novio no me deja vestirme así”, “es que a mi novio no le gusta que yo vaya a esos sitios”, “es que a mi esposo le molesta que yo hable con x o y amigo o amiga”?
– ¿Sabían que muchas mujeres no hacen deporte porque sus parejas no las dejan? Ya sea porque desatienden el hogar o porque temen perderlas. “Es que ella está preparando la cena” “¿y quién cuida a los niños?” 🙁

En fin, yo mantengo mi posición expresada en el primer texto, pero no podía dejar de compartirles estos hallazgos que sin duda amplían nuestra perspectiva.

No podía dejar de pedirles que nos cuestionemos frente a estas situaciones. Creo que el tema de violencia hacia la mujer es del día a día y creo que estamos tan acostumbrados que, como decía mi amiga, a pesar de nuestra experiencia profesional y personal (sobre todo esta), no nos damos cuenta. Ignoramos las señales y seguimos nuestra vida como si nada: cerramos el libro y ni lo leemos.