No he empezado a escribir, pero les anticipo que esto es con café y galletas porque a palo seco no aguanta tanta letra. ¡O con un heladito!
Todo empieza en 1983…. No mentira, en el 2016 en París…. bueno, un poco, pero tampoco…
😛 Empieza a las 3 de la mañana del tercer domingo de marzo de 2017. A esa hora puse la alarma porque planeaba estar a las 4:30 en el Dodger Stadium para no sufrir un estrés innecesario. Sólo hay una vía habilitada para el ingreso a la zona y eso puede ser de locos para veinticuatromil corredores. Llegué tranquila, sin afanes y me llevé mi sánduche de pan integral con tortilla de huevo para desayunar a las 5 a.m., dos horas antes de la carrera. Antes de salir de casa me había comido una tostada de arroz por aquello de que los atletas vivimos muertos de hambre (uno abre el ojo y primero siente hambre y luego ganas de ir al baño).
Llegué y me senté a comer. Me reuní con los Pasadena Pacers que ya habían llegado y entre charla y charla fueron llegando los otros. Cuando menos pensé, eran las 6:15, nuestra carrera empezaría en 40 minutos. Entregué mi bolsa en la que llevaba ropa de cambio, chancletas y comida para después de cruzar la meta, con el compromiso de reclamarla al llegar. ¿Llegaría? ¡Seguro que sí! Además, era menos que en Cartagena y con mejor clima.
En Mi Mente
Ahí recordé el cuento del gallo capón, que por lo visto se me va a repetir hasta el infinito. Yo empecé a entrenar para el Ironman 70.3 Cartagena la segunda semana de agosto y un mes después comencé el entrenamiento para la Maratón de Los Ángeles. Los dos planes encajaron perfectamente pues cuando regresé con mi medalla de Ironman, arrancaron los rodajes largos de esta maratón. Pero lo que me hizo pensar en el cuento del gallo capón fue que en Cartagena, mientras rodaba en la bici y me cuestionaba si podría con la media maratón, una y otra vez me repetía, “yo he corrido maratones, yo sé lo que es correr con las piernas cansadas”. Esta vez el mantra era “yo he corrido después de nadar y pedalear por horas y en un clima implacable, yo puedo con esto”. Seguramente cuando vuelva a hacer un Ironman, la mente me llevará a este maratón para sacar coraje. Y así, hasta el infinito.
Me preguntaban que si tenía un tiempo objetivo… No, no llevaba un tiempo objetivo. Quería llegar enterita a la meta. Quería mantenerme firme y fuerte. Quería NO romperme en pedazos a mitad de camino y caminar kilómetros y kilómetros hasta encontrar el poder en mí. Quería que el “poder” fuera como la frase de este blog… constante, sin subidones de dicha. Quería NO cambiar de plan de carrera a mitad de viaje porque el puto miedo se apoderaba de mí y me hacía tomar decisiones que parecían racionalmente correctas o lógicas. Quería tantas cosas, quería hasta mejorar mi tiempo hecho en París.
6:45
El plan era arrancar juntos. Todos los del grupo que habíamos corrido desde agosto. Con Nicole que era la otra líder del grupo. Nicole es una gran corredora, ultramaratonista y con un ritmo de trote firme y parejo. La semana anterior habíamos acordado nuestro plan de carrera. 10k a 6:45/km, 7km a 6:30, 16km (hasta la carpa) a 6:15… De ahí en adelante, pues a lo que diera el cuerpo. Mi objetivo personal era que por lo menos que no fuera a más de 6:45.
Yo, francamente, iba a seguir a Nicole porque, con experiencia en mis dos maratones anteriores, no me sentía nada confiada en controlar mi pace durante 42 kilómetros. Con esa certeza llegué el domingo al estadio.
Nicole nunca apareció en la línea de salida. La vi ya cuando tenía mi medalla colgada.
Yo conmigo
Sola y con el grupo a cargo, me dije lo único que uno se puede decir en estos casos… #hagamoslequehptas.. Mi objetivo era sostener los 6:45/km los primeros 10k, si lograba eso, los dejaría a todos (y a mí) en una posición fuerte para terminar la carrera bien con la certeza de que no salimos como bestias en los primeros kilómetros. ¡Por lo menos eso, Nati, por favor!
Los primeros 10k tienen las lomas más duras de la Maratón de Los Ángeles. Salir del estadio es una delicia porque está en una montaña, pero una vez pisas Downtown LA la vaina cambia. Hay una cuesta en la milla 4 (6.4k) que son tres cuadras de ascenso una tras otra. Luego un corto plano, un rápido descenso y dos lomas más que aunque son poco inclinadas, duran más de dos kilómetros. En este punto sólo quedaba Ana, una Pacer, conmigo, el resto estaban adelante ya, los veía, pero no era mi plan alcanzarlos.
En un momento Ana me dijo que si traía un Advil porque le dolía la cabeza, era como el km 14. No traía, le di una pastilla de sal y quedamos en que tan pronto viéramos una carpa médica, pediríamos el Advil. Le pregunté que si quería bajar la velocidad y me dijo que no, que tranquila, que no quería bajarme el ritmo. Yo le bajé un poco, pero en el km 16 la perdí.
Ahí hice mi primera transmisión en vivo en Instagram… de las 4 que hice durante la carrera. Iba pasando por Hollywood Boulevard y les compartía un poco del ambiente. Yo iba bien, con la certeza/ansiedad de que ahora sí iba sola. Ahí ya debía ir a 6:15 y la verdad es que no iba a 6:15. Y no me importó. Iba a ese ritmo en el que dices, “si sigo así, puedo correr eternamente”. Preferí ese pace y no el que me dijera el reloj.
El divertido paseo por Hollywood no duró mucho, bajamos a buscar la Sunset Boulevard, kilómetro 17, y ahí sentí que debía acomodarme y disfrutar el viaje porque por más que intentara pensar en que faltaba menos que antes, aún el kilometraje era intimidante.
El Viaje
Llegar a la carpa, ese era el objetivo de ahí en adelante. “From mile 10 to the Tent” (donde estaba mi club en la milla 20) era lo que me tenía andando.
Seguir corriendo, con las mismas sensaciones, sin sentir la respiración fuera de control. Disfrutando el paisaje. Escuchando a Justin Timberlake con Can’t Stop This Feeling sonar como 4 veces en distintos puntos de esos 16km. Viendo a Pacers pasarme y pasar a uno que otro Pacer.
Fue un segmento de esos en los que nada pasa. Cuando salí de West Hollywood, me vi de cara con Los Ángeles, con sus vías amplias hechas para carros y no para peatones. Con sus palmeras que no dan sombra. Con su sol ardiente y cuestas interminables. La ciudad pasaba debajo de mis pies y frente a mis ojos, pero nada lograba cautivarme, así que en esos momentos es cuando toca mirar para adentro. Recordar a tus amigos, los buenos deseos. Recordar a la que le dio la ”maricada’ en el km 25 de su maratón. A la que corrió su primera maratón en San Diego. A la que quiere correr su maratón este año sí o sí.
De nuevo otro Live en Instagram. Pero las cuestas ahí seguían… dale hasta el semáforo, sí sí, ese semáforo, después de ahí es bajada. Dale, dale… De pronto me doy cuenta que estoy en el kilómetro 29. Jota estaba en el 32. Con los Pacers.
Sólo 3 kilómetros más, 3k y llegamos a la planta eléctrica a recargar. …llega a la carpa, Nati, el resto no importa, sólo llega a la carpa… Ahí alcancé de nuevo a Guisella, una de las Pacers que arrancó conmigo y traté de contagiarle mi alegría… ya vamos a llegar, dale, ¡la carpa está en la esquina!
Dos Minutos
Yo me venia orinando desde el estadio. Las filas de los baños eran larguísimas. Una Pacer contó después que se tardó 20 minutos esperando. En el km 31 vi unos baños desocupados así que entré, tal vez “perdí” un minuto de mi tiempo final de carrera. Salí y ahí estaban. Todos con sus camisetas rojas y sus banderas.
Me recibió un Pacer, me dijo, te ves bien, te ves fuerte, sólo relaja los hombros. Relaja los hombros… relaja los hombros… eso me acompañó hasta la meta. Llegamos a la carpa. Ahí estaba Jota con su cámara. Ahí estaban esas caras llenas de amor y de apapachos. Toallas frías, vasos llenos de agua. Atenciones, voces de aliento. El beso de Jota.
Por fin estaba yo del otro lado y no como voluntaria. Por fin podía entender lo que decían sentir los corredores que año tras año había atendido al llegar. Cuando no me imaginaba a mí misma corriendo la Maratón de Los Ángeles. Un minuto me bastó para reponer mi alma en ese oasis de amor y esperanza que es la carpa.
Los dos minutos mejor invertidos de toda la carrera. Esa pausa que me devolvió al centro, a la calma, a la certeza de que si había llegado hasta aquí, ya no quedaba de otra sino terminar.
Seguí.
La Última Loma
4 kilómetros de una cuesta infinita. Cuando está más oscuro es cuando va a amanecer. Pero a estas alturas no hay consuelo. No se ve la meta. Todo duele y muchas veces los espectadores pueden ser más malvados que la mente. Sobre todo cuando te dicen: “la última loma y el resto es bajada, ya casi ya casi”. Es cierto. Es la última. Pero dura 4 kilómetros. Cuatro putos kilómetros.
En esta etapa del maratón sólo se puede vivir el aquí y el ahora. Aquí sólo vale que en este momento estoy subiendo. El dolor es real. El dolor quema y desborda el cuerpo. Los cuadriceps arden y ese fuego invade la mente. La mente ordena seguir. Las piernas piden receso. Los pies van a reventar los tenis. La pelea es intensa y la mente no puede bajar la guardia y ceder. No puede. No esta vez.
No Estoy Sola
Entre pelea y pelea se vuelven tres. Dos kilómetros. Aquí hago el otro Live de Instagram. Miré hacia afuera porque ya no podía dejar que mi mente sintiera ese dolor, tenía que distraerla. Miré hacia los lados. Vi la gente en el piso, vi otros caminar, vi a unos cuantos pasarme con furia. Algunos recostados a un árbol, tratando de sacarse un calambre que seguramente no los abandone hasta la meta.
Ahí aparece otra Pacer, jamás hemos corrido juntas, ni siquiera sé su nombre, no sé nada de ella, pero es una Pacer. Me prestó sus ojos y me prestó su voz para ver en mí lo que yo ya no veía y para decirme lo que yo ya no podía decirme. Me dijo: gracias por dejarme pegarme a tu pace, vas muy fuerte. Le creí. Porque a veces otros ven en ti lo que tú te niegas; porque la mente van tan nublada que todo pierde su forma.
Así que ahí estaba yo, de nuevo llevando el pace, cuando un escalofrío se me caló en el cuerpo. Los dedos se me helaron y perdí el sentido del tacto. Todo era frío. Un corrientazo me recorrió toda la espalda. Los hombros se me cayeron, ya no tenía que esforzarme por relajarlos, ni fuerza tenía para tensionarlos. El muro.
La voz malévola me decía, camina un poco. Pero le faltó convicción a esa voz, le faltó coraje. Fue muy fácil decirle que no. Que iba a llegar a la meta corriendo. Que no iba a caminar. Que ese sería mi gran logro de la carrera. Que no iba a caminar.
El Fuego
Ahí volví a mirar hacia afuera. Otro Live de Instagram para agarrar fuerza. Volví a recordar a mis amigas que me dijeron que las pensara en los kilómetros 38-39. Pensándolas, les pedí que me dieran ese poder que ellas tenían. A una le pedí que me diera su pace para rematar bien y a la otra, que me quitara el frío.
En ese momento la Pacer que venía conmigo agarró una bolsa de hielo. Yo volví a Cartagena. Me puse el hielo en la cabeza, en el pecho, en la espalda y hasta entre las nalgas. Mi cuerpo se activó, se despertó y un fuego sereno me recorrió por dentro. Supe que ellas estaban ahí. Que no estaba corriendo sola.
La Pacer volvió a recordarme que si no fuera por mí, ella no podría haber sostenido ese pace, que verme tan calmada y tan fuerte le hacía sacar su propia fuerza para seguir.
Llegó el kilómetro 40. Empecé a mover mis piernas más rápido, me dolían muchísimo, pero aceleré. Ya iba a llegar, no faltaba nada. Traté de hacer un Live en Instagram para compartir ese momento en que cruzara la meta. Faltaba un kilómetro. 800 metros. Se cayó la señal. Guardé el celular y la Pacer me dijo, gracias por dejarme estar contigo, me ayudaste a terminar bien.
Ella fue quién me ayudó a mí. Me dijo, remata; le dije, rematemos. Eso hicimos. Abrí los brazos y cruzamos la meta juntas. Paré mi reloj.
Ahí estaba, aún sin medalla, pero con la plena certeza de que había corrido una maratón tranquila. Fuerte. Mi última milla más rápida que la primera, en sí, fue la más rápida de todas y no la más lenta. No tenía hambre. No tenía mareo. Estaba lúcida y sin sueño. Estaba al mando del barco. Navegando, siempre ahí. La medalla hermosa, el recordatorio perfecto de que estaba corriendo en mi casa.
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PD1: Esta crónica está dedicada a uno de mis lectores favoritos. El silencio grita y es que tengo mucho que decir, pero primero quería escribir. Aún no la descifro, pero siento que estoy más cerca. Nos vemos en Chicago.
PD2: Se me dió por mirar el tiempo que hice en París: 4:41:04 y pueden que creer que con todo y acariciada del muro, fue dos minutos más rápida que Los Ángeles, 4:43:45? Luego me puse a analizar y al parecer la altimetría de Los Ángeles es durísima. Sumado a que esta maratón la entrené con poco o nada de ejercicios de velocidad, pero bueno, de eso hablaré en otra ocasión. Pero si me ponen a elegir, me quedo una y mil veces con esta.
Si me preguntan cuál es la gran lección que me llevo, es esta… para ser bueno corriendo maratones, hay que correr maratones, nadie que se hace bueno en 42k corriendo medias maratones. Nadie garantiza un buen tiempo en 42k corriendo un buen tiempo en 21k. Eso es pendejada. A cocinar se aprende en la cocina, con el fuego encendido. Aprender A correr maratones sólo se aprende, corriendo maratones, con los cuadríceps encendidos.
25 Comments
“A correr maratones, sólo se aprende corriendo maratones”. Sólo necesité esa frase para entender muchas cosas. Excelente crónica, pero mejor carrera!!!! Cuánto por aprender!!! Nunca mis gracias serán suficientes para pagar este aprendizaje. Felicitaciones. Un abrazo maratonista.
Vas por buen camino! Abrazos Jorge! Acá ando retomando la escritura!
I love it lol it was amazing experience Nati I was happy I had the opportunity to run with you let’s do it again next year I love LAM is my favorite at all because is my home 🏡
Siempre pienso que escribirte, cuando te leo siempre siempre quedo en ese estado en el que te cantaron la tabla y hay un silencio profundo porque me llega, vivo tu maratón, como dice Jorge aprendo agresivamente con tu experiencia, de la cual no alcanzamos a dar las gracias suficientes. Gracias por los Km dedicados, seguramente yo te mande el calor ante tanto frio, ese fuego que se me prende en el cuerpo cuando el muro quiere hacer lo suyo, pero aprendí a no escuchar esa voz y vencerla y ver como le haces el quite fue fantástico. Que bella tu maratón! te felicito mi Naty!!!
Ay mi Yadi bella! tuyos fueron otros pensamientos 😉 esoss que anhelan los 21k sinn intervalos. Por ellos vamos, Yadi!
Caramba! Aquí en un trancón dirá la gente que porque lloro. Aveces siento temor. Aveces me cuestiono si he tomado la decisión correcta. Pero miro el otro lado, y tengo las ganas de correr mis primeros 42k. Sé que si hago las cosas a conciencia no habrá lío. Hace una semana pensaba en un tiempo específico. Con la carrera de ayer, concluí que solo quiero disfrutarlo. Que lucharé por llegar lúcida y sin lesiones. Gracias Nati por compartir. Fue muy emocionante con mi mamá ver tus transmisiones de Instagram. Ella me dijo que si yo podía hacer lo mismo para ella. Creo que si tengo la fuerza lo haré. Tendré a muchas amistades junto a mi. Y sé que mi familia me hará demasiada falta. Pero iré detrás de mi sueño y cuando vuelva a Bogotá esa noche, los abrazaré y se que durante el tiempo que haga la carrera habré aprendido cosas maravillosas de mi.
Puessss cada vez como que escribes mas lindo jejeje o es que la inspiración de cada cosa tiene lo suyo y como que nos llevas a vivirlo paso a pasoo y esta fué de esas fantasticas!!! que felicidad ese momento de la meta, que alegría verte llegar tan regia y ese pace mantenido de locos…hermosisisimaaaaa crónica como siempre, pero ésta siento que tiene algo máss especial, tiene mas fuerza, mas de tí del ahora y esa frase final lo mejorrr para el cierre de una maratón tan hermosa como ésta… “para ser bueno corriendo maratones, hay que correr maratones” comprobado, es así de sencillo, no fácil pero totalmente alcanzable…te felicitooo Nati eres una dura!!
“Para ser bueno corriendo maratones, hay que correr maratones”. No hay más por decir… Stop! Sí hay algo más: Pienso en cada kilómetro que me falta para cruzar la meta este año en ciudad de México, y me invaden todos los temores juntos, porque pienso en la altura, en mi tibia que aún anda creyéndose la dueña de mis fondos… Pero definitivamente sí hay algo más por decir: #hagamóslequehptas, sintamos los cuádriceps ardiendo, sintamos el coraje necesario para ganarle a esa voz que te habla en el kilómetro 38 del maratón para que caminés… ¡No conozco otra manera de hacerme feliz que corriendo!
En momentos de confesión, hoy llega… me hiciste llorar el día que me dejaste este comentario. No pensé que siguieras leyéndome después de todo el alboroto que quedó.
Gracias Maria V, para mi es un honor enorme que aún sigas leyéndome, de verdad que me toca el corazón. Mil abrazos! Un aplauso para la verdadera dueña de tus fondos, tú!
Te sigo leyendo porque simplemente te quedaste en el corazón Nati, porque te quiero, te admiro, porque más allá “del alboroto que se armó”, pesa más lo bonito. Las Un abrazo gigante para vos, espero verte en Medellín, ¿bueno?
Segunda lectura!!! A aprender a correr maratones se dijo. Ya me queda esta semana y comienza mi nuevo viaje… Maratón Medellín
Siempre un gusto leerte!! Me encanta como vas contando cada paso, con tanta claridad que siento que corrí contigo! Estoy en pleno entrenamiento para correr mí primera maratón y realmente siento que será muy difícil pero añoro llegar a la meta al mando del barco como bien dices. Acá te sigo Nati! Gracias por darnos animo con tus palabras!!
Cómo vas con esos entrenamientos Diana? Todo bien?
Te mando un abrazote, gracias por leer y compartir lo que sientes con lo que escribo. Lo valoro mucho.
Naty, necesitaba tiempo de calidad para leer tu crónica y ahora por fin lo tuve. Que buen texto, que lujo poder leerte y que carrera tan bacana hiciste. Tu relato me hizo antojar de correr en Los Ángeles. Tus historias tienen ese encanto.
Como siempre gracias por compartir tu experiencia con nosotros.
Abrazos.
Santiago López
Vénganse pues! acá los recibo! Abrazos, Santi, gracias por pasar a leer con tanto cariño y por dejamre tu comentario, ando contestando después de tiempo, pero acá llego.
Felicidades! Qué emocionante leer tus crónicas dicen tanto de la persona valiente, sabia y hermosa que eres (es la segunda vez y me vuelvo a emocionar) Y la de esta Maratón más. Esperaba esta carrera casi con tanta ilusión como si fuera a correrla yo :)))) Eres una gran atleta y una gran contadora. Gracias por dejarnos disfrutar contigo. Y felicidades al man de las fotos, estás maravillosa!
Gracias Caro por leer y releer! Me encanta eso y de verdad que valoro mucho tus halagos porque tú misma eres una gran contadora así que me llega al alma. Besos y abrazos!
Hola Naty tuve oportunidad de conocerte personalmente en la media Maraton de las Flores Medellin 2016, ibas con tus amigas, corriendo y disfrutando, ahí pude entender lo que esto significa para ti….goce total….. voy este año nuevamente a la media de Bogota y de Medellin, pero luego de leer tu crónica de Los Ángeles, crecen en mi los deseos de prepararme para intentar antes de un año una maratón.
Mil gracias por compartir todo esto con nosotros, quizás seas el motor de muchos para intnetarlo
Pues Chucho, es todo un honor saber que te motivo a aventurarte de esa manera. Ojalá te dejes picar por el bichito del maratón jiji
Ese final de la Maratón de Las Flores 2016 es épicoooooooo! Gracias por recordármelo!
Excelente relato. Gracias por compartir tus experiencias.
Gracias por leer y comentar, Felipe, me alegra que te gustara 🙂
Con el ojo aguado con el final
Gracias por compartir tu experiencia algo aprendemos para nuestra maratón
Excelente relato, voy a correrla este año, que tal es el calor ???
Hola Angela!!! Bienvenida a LAMarathon!!! bueno, a mi me tocó muy buen clima en el 2017, pero 2014 y 2015 fueron brutales con el calor. Este año pinta ser el mejor de todos, en el predictor de clima se ven nubes y la temperatura ideal para correr, pero… como todo en la vida, falta esperar hasta ese día para ver si es realidad. Eso sí, bloqueador, porque el sol de California dora todo cuando sale. (ojalá no salga)
Gracias por la respuesta, es mi primera maratón y tengo dos mil preguntas… tú escrito me ayudo muchísimo!!