Muchas veces me pregunto dónde está esa delgada línea que divide el miedo a la muerte y el amor por la vida. Una invisible línea por la que caminamos muchos corredores y triatletas. Los días se nos van entre una preocupación constante por llevar un estilo de vida saludable y unas ganas inmesas de sentirnos vivos y poder ver a nuestros hijos y nietos crecer.

Transitamos con temor, pero al mismo tiempo con una valentía inigualable. No somos los más rápidos, ni los que tenemos el mejor equipo, no sobra un tanto de grasa aquí y allá, pero para llegar a la meta de un maratón o un ironman se requiere algo más que un cuerpo o una bicicleta, se requiere una mente de acero que ni el más rudo obstáculo pueda doblegar. 

Así es la historia de Diego Candia Ángel, corredor y triatleta bogotano que en octubre de 2008 estuvo 27 días en cuidados intensivos gracias a una pancreatitis. Una de las enfermeras le preguntó: ¿Qué le gustaría hacer que casi se muere sin haberlo hecho? A él se le vino a la mente la Media Maratón de Bogotá. Salió de la clínica y ahí empezó su nueva vida.  En junio de 2009 corrió su primera 10k y a los pocos meses volvió a la clínica para remover un quiste del páncreas. De 10k en 10k se le fueron los años mientras se fortalecía física y emocionalmente.

Diego me cuenta que se animó a hacer su primera media maratón en septiembre de 2014 en la Maratón de Las Flores Medellín y luego viajó a participar en los 21k en Miami en enero de 2015. Decidió buscar un grupo y conoció a los 21Korredores; quería un grupo de gente “no tan Pro”, pero bien organizados y qué mejor que este equipo que además de estar bien dirigido, te recibe siempre con los brazos abiertos sin importar tu nivel. 

Con ellos finalmente cumplió su sueño de correr la Media Maratón de Bogotá en julio del año pasado. No contento con la hazaña, y contagiado por sus nuevos amigos, empezó a entrenar para los 42k en la Maratón de Buenos Aires. Una fisura de un hueso del tobillo casi lo deja por fuera. Nada lo detuvo. Siguió adelante y corrió su maratón.

Hasta allá le llegaron los mensajes de whatsapp de su mamá llorando de emoción. Él dice que aún tiene grabados en su memoria esos mensajes. A mí se me rompe el alma porque al mes casi exacto, su mamá falleció en Bogotá y la motivación se le fue al piso.

Como toda mamá, ella sabiamente esperó a que Diego y su esposa estuvieran embarazados (aún ni ellos lo sabían) para que él tuviera otro aliciente que lo llevara a seguir luchando por su vida. En medio de la tristeza y la desmotivación, Diego compró una bicicleta de ruta muy barata y a la semana abrieron inscripciones para el Gatorade Ironman 70.3 Cartagena. Con un hijo en camino, la inscripción era inalcanzable, pero no se desanimó.

Se inscribió en el concurso de 21Korredores en el que estaban regalando entradas de cortesía a sus corredores para el Ironman Cartagena y con su historia y muchos Likes, se ganó un cupo.

Desde ese entonces está entrenando juicioso, nada, pedalea y corre. Hace un mes debutó en San Andrés en el triatlón Olímpico. Le pregunté que si sentía miedo y me dijo que en el triatlón, parado en Johnny Cay y sabiendo que debía nadar hasta San Andrés, sintió miedo. Un miedo que se transformó en motivación y ganas de hacer las cosas bien. De entrenar a conciencia para minimizar los errores que pueda cometer y llegar a la alfombra roja en Cartagena para escuchar esa frase: “Diego, you are an ironman!”.

De pronto, se acuerda de contarme unos detallitos de salud. Tiene una hernia y su correspondiente cicatriz.  Pero lo mejor es que al escucharme fastidar con lo de una alimentación saludable y de cuidarnos del azúcar, me dice que es diabético e insulinodependiente; que tiene que calcular delicadamente qué come y mantenerse alejado de lo que tenga más de 5gr. de azúcar. Esos detallitos no se le olvidan intencionalmente, son parte de su estrategia mental de no ponerse excusas de ninguna clase, de no plantearse ninguna limitación por más válida que esta pueda sonar ante los oídos de otros.

Diego está decidido a llegar a Cartagena y cumplir su más reciente sueño. No lo desvelan los mejores relojes para triatlón o una bici de carbono en la que pueda estar cómodo durante 90km. Está más preocupado por la seguridad de su bebé en la cuna o en la silla para el carro o porque la esposa esté cómoda mientras amamanta a su hijo. Lo que sí lo pone a pensar es que sus pulmones aguanten los 1900mts en la cálida agua de la Bahía de Cartagena, sus piernas los 90k de bici y que le alcance el alma para los 21k corriendo en la humedad y el calor del Caribe colombiano.

Para eso entrena a diario, lee, investiga, pregunta y comparte todo lo que aprende. Su mente ya es de acero así no lo admita, no creo que haya nada que quiebre su voluntad de aquí a diciembre y cláramente, Diego estará caminando en el lado de aquellos que aman la vida con locura y sueñan con seguir viviendo a pesar de los obstáculos.

---

---

A mí, Diego me deja mil lecciones. Me recuerda a Luis Alfonso y su corazón infartado corriendo maratones o a Boris, el Ironman al que le sobran un par de tornillos en el cuerpo. Me motivan a compartir estas historias. Me hacen feliz. Me hacen amar la vida como lo hacen ellos. Me hacen madrugar a ver el amanecer mientras corro o nado sabiendo que en algun lugar del mundo hay alguien que también está luchando como yo.

No duden en dejarle sus comentarios.

Abrazos!