Esta entrada marca el inicio de una serie de crónicas sobre los eventos de la Maratón de Las Flores Medellín. Los invito a leerlas y dejar sus comentarios para apoyar, ayudar y felicitar a los corredores que abren su corazón para compartir sus historias, que como en el caso de la de hoy, no son nada fácil.

Esta es la historia de Yadid Ruiz, fundadora de Achieve Your Fitness, quien tuvo una experiencia inesperada en el kilómetro 18,69 que no le permitió cruzar la línea de meta de la Maratón de Las Flores.

Un Ángel en el Kilómetro 18,69

Dicen que escribir o hablar es la mejor terapia para liberar los sentimientos y expresar lo que sientes, por eso quiero iniciar dando las gracias a Naty por brindarme este espacio para contarles mi experiencia en la Media Maraton de las Flores, experiencia que marcó mi vida para siempre.

Kilómetro 3 o 4 – Yadid va de negro en medio de sus chicas Achieve Your Fitness.

Desde hace tres meses inicié con mis amigas un plan de entrenamiento con miras a la Media Maratón de Las Flores, inicialmente me inscribí en 10K porque era la distancia en la que me siento segura y la que siempre había corrido en competencias.  Sin embargo, hice el plan de los 21K porque en el fondo siempre quise hacerlos, pero les temía. Conforme pasaba el tiempo sentí que me hacía más fuerte y segura y cuando hice mis primeros 18K empecé a dejarme tentar por la idea de los 21, fue así cuando volví a repetir los 18K. Me dije: “estoy lista” y con el apoyo del equipazo al que pertenezco decidí hacerlo, Mis bellas Achieve Your Fitness.

Faltando 5 dias para la Maratón de Las Flores, falleció alguien que significa mucho para mí: mi suegro; mi querido Lucho.  En esos días descuidé mi hidratación y mi alimentación con miras a la Media Maratón.  Para mí en esos momentos la prioridad era mi familia.  Este análisis lo hago ahora que evalúo todo lo que sucedió, en esos días ni fui consiente de lo que hice. Había decidido no asistir a la competencia, no quería estar en otro sitio que no fuera con ellos, pero Mi Pochy (Sergio, mi esposo) me insistió tanto en viajar, en que tenía que ir porque no podía tirar todo el entrenamiento hecho, fue una larga charla, finalmente remató con esta frase “él no hubiese querido que dejaras de ir”, seguido de un silencio profundo y luego me dijo: “hazlo por él”, de manera que me llene de valor para ser fuerte ante él y no llorar y juntos fuimos a marcar la camiseta que llevaría a la competencia.

El viernes hice maleta y el sábado viajé.  Mientras volaba con destino a Medellín, mi pequeño Alejo hacía su examen para el primer cambio de cinturón en Taekwondo, otra cosa que me perdía, aunque vi las fotos y los videos no estuve allí para mi príncipe, además ese día en la tarde habíamos decidido contarle sobre la pérdida de su abuelo y tampoco estuve. Creo que todos esos sentimientos se fueron acumulando para el desenlace de esta historia.

Alejo durante su primer examen de Taekwondo.

Llegó el gran día, desayune a las 5:00 am lo que siempre como antes de cualquier carrera: avena remojada en agua.  Me alisté para salir y me dejé  contagiar de la alegría y la emoción de mis amigas, llegamos al punto de partida y una marea de competidores, gente feliz, de todas las edades, todos expectantes de que se diera inicio al tan esperado reto y yo igual, emocionada, ansiosa, pero segura de disfrutar mi carrera.

Alistándonos para salir.

Hice el calentamiento y nos dispusimos en la zona de partida, alcanzamos a salir 9 minutos después de iniciada la carrera. Arrancamos juntas: Sol, La Galactica, Princess, Mani Indi, Nino, Ale y yo, íbamos dichosas, hablando y saludando a todo el mundo como si fuera un desfile de carnaval, en el camino, kilómetro 3 o 4, vi a Naty y como buena costeña a lo lejos le grite “Naty aquí están tus Achieve” fue un momento muy bonito y de risas constantes. Seguimos avanzando y solo quedamos Nino, Indi y yo, en cada punto de hidratación, yo era la encargada de tomar las bolsas de agua y pasarlas a cada una, como no queríamos llenarnos tanto, decidimos compartir una bolsa para las tres y así fuimos recorriendo las calles.

Cada kilometro era un paseo, nos encontramos a los bomberos y nos dimos ánimos juntos, de admirar esos muchachos corriendo con los uniformes, los invite a Barranquilla a correr para que entrenaran con calor inclemente de mi tierra.  Luego vimos a los chicos del ejército con sus pañuelos blancos dando ánimos a todos los competidores, fue muy emocionante, en el camino iba conversando con Indi que me encantaba la brisa fresca de Medellin y la rica sensación de correr sin la humedad derritiendote. Pasamos los tres primeros puentes sin problemas, un poco de exigencia pero hasta alli todo bien. una vez pasamos el kilometro 15 Nino prendió motores y se adelantó, así que me quede con Indi y entre las dos nos íbamos dando ánimos, cada kilómetro nos decíamos: “vamos mani, por Alejo, por Lucho y por Natan (hijo de Indi)”  En el camino llegó otra cuesta e Indi se quedó unos metros atrás así que subí con un señor que me tocó la espalda y me dijo:  “No es casualidad que te viera… tu camiseta me esta ayudando a subir… perdí a mi hijo el año pasado y se llamaba Luis, le decíamos Lucho”… fue cuando saqué fuerzas para desafiar la cuesta y le dije, entonces subamos por ellos, cuando llegamos arriba me dijo, el otro año voy a marcar mi camiseta asi y nos separamos porque me recupere para esperar a Indi, cuando Indi subió le dije; “Mani, ¿cuántas lomitas más nos esperan?” y se echó a reír.

Seguimos avanzando y tomábamos aguita y gatorade, después comimos bocadillo y cuando me di cuenta ya estábamos pasando el control de los 18K, en ese momento, no me lo creia estaba superando los kilometros recorridos, mi mayor distancia recorrida, en ese punto Indi me dijo: “Yadi apretemos un poquito” y le dije que no, que me estaba sintiendo cansada y que me dolían los cuadriceps: “Vamos amiga no te detengas por mí, acelera y llega por Lucho, no te preocupes que yo voy atrás”, así que Indi se fue de mi lado.  Me decía a mí misma, tranquila que vamos bien, seguro y nos encontramos a alguien en el camino… y así fue en el Km 18,69, porque fue hasta donde mi reloj marcó, un ángel apareció…  No recuerdo en qué momento sucedió, pero sentí un calor horrible, tenía sed, cerca vi un punto de atención con paramédicos pensé en llegar allí y pedirles agua y de allí no recuerdo mas.

No tengo idea cuanto tiempo paso, cuando desperté estaba en una camilla y con 6 personas a mi alrededor, médicos, enfermeras, socorristas.  Estaba aterrada, al principio escuchaba pero no coordinaba lo que me decían, después empecé a decir mi nombre y cédula, les dije que alergias tenía y que era hipoglicemica, que revisaran mi manilla, despues me preguntaron por un contacto y se me vino a la mente Sergio, yo sabia que estaba en la manilla y no quería que lo asustaran, fue entonces cuando dimensione lo que me había pasado y empecé a llorar. Llorar sin lagrimas porque estaba deshidratada, el médico tomo mi mano y me dijo, tranquila que vas a estar bien, me preguntaba si recordaba lo que había pasado y le dije que no.  Me explicó que me habia desmayado, pero que afortunadamente alguien que venía detrás de mí me sujetó y me cargó hasta el punto de atención, que había sufrido una fuerte deshidratación.  Mi corazón se encogió, me sentia muy debil, no podia moverme, le dije: “Por favor no me dejes morir, no me quiero morir aquí”.  En mi mente sólo estaban Sergio, Alejo, mis papas, asi que empecé a orar y entre oración y oración contestaba preguntas, me insistian en llamar a alguien pero no me sé ningún teléfono, sólo el de mi Pochy y a él no quería que lo asustaran, despues pensé y si no tengo a quién más llamar, Dios mio que horror, empecé a llenarme de arrepentimientos, remordimientos, tenía miedo de no volver a verlos, de estar lejos, luego pensé en las chicas; en lo preocupadas que debían estar, en el mal ejemplo que les estaba dando, en que se tenían que ir y yo me tenía que quedar y más me asusté, me empecé a preguntar,  ¿cómo hago para llegar al hotel?, ¿cuál es la dirección?, tengo que regresar a mi casa.
En ese instante el doctor soltó mi mano y una enfermera apareció, me dijo ya notificamos a Sura y te vamos a llevar a la clinica te vas a poner bien, le aprete la mano y le dije, ayúdame a levantarme, yo soy capaz, pero necesito que me ayudes, yo no quiero ir a la clínica. De pronto me preguntó: ¿tu eres mamá? y le dije que sí, que mi hijo se llama Alejandro. Me empezó a preguntar cosas de él, ahora entiendo que quería tranquilizarme y poco a poco me fui levantando, ahora entiendo que “otro ángel” sostenía mi mano. Le dije que tenía sed y me dieron agua, pero cometí el error de tomarmela muy rápido y vomité, vomité mucho y ella siempre estuvo allí a mi lado, sosteniendo la bolsa como si fuera una amiga de toda la vida, me limpio el vómito de la cara y la ropa, sostuvo mi mano, me abrazó, no le importó que estuviera sucia o mojada de sudor y me decía constantemente respira, tranquila que lo estas logrando, falta poco para que te recuperes y me paso a una silla, me dijo: “si sigues avanzando así no te llevamos a la clinica pero necesitamos encontrar a alguien que se haga cargo de ti”, me volvi a preocupar y le dije: “pero mis amigas cómo van a saber que estoy aquí?” ellas se tenían que ir de vuelta, luego me dijo; “no te van a dejar, las amigas son así, te aseguro que te están buscando.”

Pasaron unos minutos y apareció mi “tercer ángel”.  Escuché una voz que a lo lejos gritó “Yadi, ¿qué haces alli?, ¿qué te paso?, Era José Bedoya, Barranquillero, líder de los FireRunners, para mí fue mi salvación, ver una cara amiga me lleno de aliento, se acerco a mí y lo abracé, vio en mi cara el desespero y me dijo; “fresca que no estás sola, estás conmigo“.  Luego llegaron más FireRunners e inmediatamente empezaron a localizar a mi gente, uno de ellos me dijo, Yadi necesito que sonrias porque te voy a tomar una foto para pasarla al grupo y que las chicas vean que estas bien y no se asusten.

La foto enviada a través del chat de los Firerunners

Transcurrieron otro par de minutos que a mí me parecieron horas y Jose me dijo: ya Karen y las chicas saben que estás con nosotros y Carlos y Marcio, vienen por ti.  Pasaron otro par de minutos que se me hacian una eternidad cuando los vi llegar y me fui en llanto, mis dos amigos llegaron como ángeles a mi rescate, no podía dejar de abrazarlos, pidieron el reporte médico, las indicaciones y firmaron por mí para poderme ir. Me despedí del doctor, los socorristas y de mi enfermera querida a quien se me olvidó preguntarle el nombre, a todos los abracé, era lo único que tenía para darles, mis apapachos de agradecimiento infinito.

En el carro con Marcio y Carlos.

En mi camino de vuelta al hotel Carlos y Marcio me iban consolando y animando, cuando llegue las chicas estaban afuera, esperándome, como suelo hacerlo yo en la meta para apapacharlas, cuando las vi una a una entendí que había lleguado a la meta, sencillamente para mi la meta estaba en otro punto y me pusieron la medalla, quien mejor que mis chicas para recibir de ellas la medalla tan esperada. Se veían hermosas, mis ángeles color rosa haciéndome sentir ganadora. Pase toda la tarde en la cama, bajo los cuidados de una médico que el hotel llamó y de las chicas que se turnaban para cuidarme mientras se preparaban para su viaje de regreso. Luego cuando por fin pude dormir sentí siempre a mi lado a alguien, allí estaba ella, mi Indi querida que a pesar de estar cansada cuidó mi sueño, acariciaba mi cabeza, nada más hermoso que el cariño de una hermana, como tocada por un ángel.

La historia tiene más detalles pero yo pasaría más horas escribiendo y ustedes más leyendo. Sólo quiero darle gracias a ese ángel del kilómetro 18,69, que me recogió, que sacrificó su tiempo por ayudarme y no me dejo caer contra el asfalto. Si lees esto quiero que sepas que gracias a ti regresé a mi casa y a los abrazos de mi hijo y de mi esposo, que me gustaria poder conocerte, que le pediré a Dios por ti siempre, porque eres mi ángel y jamas te olvidare.

Al llegar a casa, él me dio su nuevo cinturón y yo le di mi medalla.

Yadid Ruiz Ossio
14 de Septiembre de 2015

Nuevamente los invito a dejar su comentarios y a que nos ayuden a encontrar a esta persona que auxilió a Yadid en el kilómetro 18.69.

Gracias a José Bedoya por trascender las barreras de los “grupos” de running y hacer comunidad como siempre ha sido su objetivo con los corredores de Firerunners Barranquilla.  Gracias a los socorristas y demás grupos de apoyo de la carrera, porque el manejo efectivo y humano de estos acontecimientos, son los que dejan en alto el nombre de la Maratón de Las Flores Medellín y generan confianza en la comunidad de corredores de Colombia.

En el transcurso de la semana seguiremos compartiendo más crónicas de los eventos de la Maratón de las Flores 2015. ¿La mía? Hoy viernes viajo de vuelta a Los Ángeles y tan pronto me asiente, la termino.

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