Uncategorized

Crónica de Ragnar Relay SoCal – 2015

April 20, 2015

Ragnar Relay SoCal

Esta fue una carrera larga de casi 29 horas, resumirla en una sola entrada es toda una osadía, así que espero que estén con ánimos de leer un poquito extra 😀  Por lo pronto, arranquemos con una descripción corta: el Ragnar Relay SoCal es una carrera por relevos de 2 días, 12 corredores, 2 camionetas y 200 millas. Va desde Huntington Beach, CA hasta San Diego, CA.  Ser una carrera de relevos quiere decir que siempre hay un corredor en tierra recorriendo las millas que le corresponden.  Cada uno de los 12 participantes cubre una distancia que está entre 11 y 23 millas, según lo que cada quien eligió, esa distancia se divide en tres segmentos (no equitativos) y se alterna durante el tiempo que dure la carrera.  No es un evento exclusivo para corredores si no que llama la atención de todo tipo de atletas y deportistas.  Ahora sí les cuento, pero primero les presento la medalla

Es muy linda y muy simbólica...

Es muy linda y muy simbólica…

El jueves previo a la carrera teníamos una cita en Long Beach, CA, para cenar en un restaurante italiano. La cita era con 10 desconocidos miembros de un grupo en Facebook y dispuestos a correr 200 millas.  Algunos eran reincidentes de Ragnar, pero la mayoría, como Jota y yo, éramos primerizos en esto de las carreras por equipos y relevos.  De igual forma, la mayoría éramos residentes del sur de California, a excepción de dos personas que venían de Seattle, WA. y Tucson, AZ.  Eso era todo lo que sabíamos antes de llegar al restaurante.

Todo pintaba bien. Ya alguien se había ofrecido a llevarnos hasta Long Beach para que repartiéramos las distancias y ahorráramos tiempo, espacio y dinero, llevando un solo carro.  Incluso nos dijo que podíamos dejar nuestro vehículo en su casa hasta que volviéramos de San Diego.  Pero como ya ven que uno a veces se niega a ser feliz y a creer en los demás, ya sea por ese refrán popular “de eso tan bueno no dan tanto” o porque nos da miedo que otros vean nuestra dicha e intenten sabotearla.  En este caso, la primera opción era la aplicable.  Un miedito se me iba trepando por las piernas, pero…. yo ando con el cuento de “cero prejuicios”, así que apliqué ese principio y pa’lante.  Lo que vino desde ese día hasta el domingo fue nada más y nada menos que una de las mas bellas aventuras que he vivido en mi vida.

Selfie en la línea de salida

Selfie en la línea de salida

Ese jueves cenamos y nos fuimos con la promesa de vernos en la línea de salida a las 9:30 a.m. del día siguiente.  Y así fué.  Bueno, casi.  El viernes llegamos todos a Huntington Beach a las 10:40 a.m., pero llegamos y todos.  No faltó ninguno. Otro de los miedos era que llegara el día de la carrera y uno de los corredores no se presentara.  ¡Qué sobren chalecos reflectivos, pero que ni por el carajo nos falte un corredor!  Nos registramos, vimos el video patético (de una vez…. este video fue lo único malo del evento) con las normas de seguridad, recibimos nuestras camisetas y listo, en 8 minutos (11:30 a.m.) arrancaba nuestro primer corredor.  Paul, un piloto de 50 años que planea sus días y sus carreras para que estrategicamente coincidan con las veces que toca tierra.  Un corredor veloz que le marcó el tono a la carrera desde el principio. Admirable y ejemplar, ese era Paul, el primero. Yo  era la corredora número 6, así que aún me faltaba tiempo para correr.

Estábamos divididos en dos camionetas. Yo iba en la primera y Jota en la segunda. ¡Jota! Su participación en la carrera me hace echar reversa en la historia y contarles desde el principio.  En diciembre me entró la curiosidad de participar en un Ragnar luego de leer dos blogs de corredoras que habían participado y narraban muy buenas anécdotas.  Entré a la página web del evento y luego en Facebook.  Allí había un post de un chica que decía que estaban armando grupo y que eran de Long Beach, CA (relativamente cerca a la casa).  Yo le envié un mail y me contestó diciéndome que listo, que estaba en el grupo 😮  Yo obviamente no le creí.  Así que pasaron las semanas y cuando Jota y yo estuvimos de vacaciones en Miami, me llegó un mail que decía que había que mandar la plata, como quien dice, ahora sí, a finiquitar este asunto.  Envié el dinero y lo di por perdido.  Ya ven, uno no está enseñado a confiar en gente que no conoce, así que yo hice las de William Vinasco, esa platica se per-dió.  Ahí le pregunté a Jota que si quería participar, lo pensó, lo dudó, le dio vueltas y al final, dijo que no.  Yo no le insistí.  Él acababa de correr su primera 10k y como ya les he dicho, él es como Rocky, después de cada carrera anuncia su retiro.

Pasaron los meses y llegó la hora de escoger cuáles segmentos correríamos.  Yo no sabía a ciencia cierta cuántas millas quería, pero sí tenía claro que quería ser la corredora #6, la última del primer grupo y quien conectara con el primer corredor del otro carro.  Así fue.  Me tocaron 14 millas y comencé a entrenar juiciosa, hasta que me lesioné, historia que ya saben.  El caso es que faltando 3 semanas se salió una de las corredoras porque no le pudieron dar el viernes libre en su trabajo 🙁  Quedó la vacante y la capitana del grupo lanzó la pregunta por si alguien sabía quién podía correr esa distancia, casi 11 millas.  Yo le pregunté a Jota y parece que hubiera estado esperando ese momento desde diciembre, porque sin pensarlo dos veces me dijo que sí.  Se convirtió en el corredor #9.

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Paul, Andrea, Ozzy y Jeremy. Cesar tiene foto especial más adelante ;)

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Paul, Andrea, Ozzy y Jeremy. Cesar tiene foto especial más adelante 😉

De vuelta al viernes.  Después de Paul, siguió Ozzy, latino y según cuenta, no muy bueno en eso de correr, es nadador y jugador de voleibol.  Su alegría en el carro era vigorizante. Su tono de voz alto nos mantenía alerta, un personaje encantador.  Luego Andrea, ella venía de Seattle y este era su tercer Ragnar. Una corredora fuerte que se sentía en un sauna con el calor del sur de California.  Corría en pantaloneta y camisilla, yo de solo verla me congelaba.

Siguió César, aspirante a triatleta. De esos personajes que uno quisiera tener de amigos.  Estudia, trabaja, corre, bucea, escala montañas, monta bicicleta y de paso la usa como medio de transporte.  El penúltimo era Jeremy, médico residente y especialista en pies.  Era el chico de primeros auxilios del equipo.  Un corredor tan rápido como Paul.  Y por último, yo.

Nati - www.navegueruns.com

El primer segmento que me tocó fue de 6.7 millas (10.8 kms) y era clasificado como “muy duro”, arranqué en bajada, incluso me tocó terreno de arena y todo pintaba de maravilla hasta que llegué a la milla 3.  De ahí para adelante todo fue una loma eterna que duró hasta que llegué al intercambio 6.  Eterna; corrí, caminé, corrí, caminé, hice un amigo en el camino, pasé dos chicas que iban más despacio que yo (cosas simples que te hacen feliz).  La ventaja inesperada de ser la corredora #6 es que cuando yo terminaba siempre estaba el otro grupo ahí, así que yo veía a Jota cada vez que corría mis segmentos.

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Angel, Toño, Karolina (centro), Ray y Danny

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Angel, Toño, Karolina (centro), Ray y Danny

Después de mí siguió Angel.  Él fue quien hizo el segmento más largo, 12.1 millas, casi una media maratón.  Es un atleta profesional (de esos que andan con unos tennis para correr y otros para andar, el resto, llevábamos un sólo par) joven, agil y veloz.  Luego siguió Jose (Toño), quien fue el que corrió la distancia total más larga (23 millas), la peleó y todo.  Él y sólo él podía correr toda esa cantidad de millas, varios le insistimos en no hacerlo, pero tuvimos que dejarlo porque esa era su voluntad (sarcasmo en cursiva y por solicitud de Jose.)   Creo que él fue el único que entrenó apropiadamente para la carrera, cuenta que corría en la mañana, luego en la noche y al día siguiente. Lo mejor es que cuando terminamos, él era quien había quedado en mejor estado.

Después de Toño seguía Jota. A estas alturas ya era de noche, estaba oscuro y el frío era intenso.  Todo lo opuesto para lo que Jota se preparó.  Él corría al medio día y con calor.  Pero lo hizo, corrió su primer segmento de 3 millas. ¡A toda!  Por el tono de sus mensajes, yo sospechaba que le había gustado, a pesar de correr en la noche, en una soledad casi asfixiante y con exceso de adrenalina en su sistema nervioso. O tal vez por eso le gusto: por la adrenalina y la soledad de la noche.

Ray era el antepenúltimo corredor.  El más rápido de todos, más rápido que Paul, Danny y Ángel. (Él insistió en incluir ese dato en esta entrada, Karolina le dijo que yo no escribía ficción y él guardó silencio.)  Ray tampoco quería participar en el Ragnar, la fiebre de los otros participantes lo motivó y ahí estuvo, corriendo firme y parejo.

Luego corrió Danny, profesor de colegio.  De esa nueva generación de profesores más preparados que un kumis y listos para revolcar el sistema educativo. También latino, perfectamente bilingüe al igual que César, Ozzy, Toño y Ángel.  Danny es un corredor rápidísimo, aguerrido y competitivo. Jota dice que era impresionante verlo subir las lomas porque su ritmo parecía mantenerse igual al de terreno plano.  Fuerte y a la vez muy sensible y siempre preocupado por los otros miembros del equipo.

La última fue Karolina (inmigrante polaca), la capitana del equipo.  Ella fue quien se dio a la tarea de coordinar a los corredores y a los voluntarios que nos ayudaron.  Se hizo cargo de todo y su entusiasmo estuvo presente de cabo a rabo durante el evento.  Ella cerro el primer ciclo y a eso de las 10:00 de la noche del viernes, Paul volvió a empezar con la segunda tanda de millas.

Esta foto la tomo Paul durante el atardecer del viernes. Lugar: algún lugar junto al Pacífico en el sur de California

Esta foto la tomo Paul durante el atardecer del viernes. Lugar: algún lugar junto al Pacífico en el sur de California

Mi turno llegó a la 1:08 a.m. Estaba dormida en la camioneta y me despertaron afanadamente diciendo: “Natalia, es tu turno, dale, alistate y te vas al punto de salida.”  Yo salté y quedé de una sola pieza. ¿Dónde estoy? ¿A correr? ¿A esta hora? ¿Yo en qué lío me metí?  Ahí me contaron que el corredor #4, Cesar, se había caído y que tenía el pie muy inflamado y encontré en el chat del grupo una foto …. con el mensaje “casi perdemos un miembro del equipo, pero miren cómo brilla su espíritu.”

Y con esta imagen me fui a alimentar mi imaginación

Y con esta imagen me fui a alimentar mi imaginación

Me tocaban 3 millas en la oscuridad de la noche y en la soledad de las calles de una ciudad al sur de California cuyo nombre vine a saber mientras escribía esta entrada. Oceanside, CA.  Corrí rápido, lo más que daban mis piernas y pulmones en medio de esas cuestas, con la música del celular a todo volumen y Carlos Vives con La Cumbia de Todos como banda sonora de mi segundo segmento.  Llegué al intercambio con el suín de la cumbia y ahí comenzaba el turno de Ángel. Una vez más ví a Jota.  Les conté del corredor lesionado incluída mi versión de película.  Según yo, él iba corriendo por un sendero, había muchos árboles, estaba muy oscuro  y se tropezó con una raiz, cayó en el borde de un abismo, se levantó como pudo y siguió corriendo.  La versión oficial era distinta: él estaba corriendo sobre un andén, en una bajada y el pie se le tropezó con una de las hendijas que unen el concreto y ahí el tobillo se le dobló hacia atrás (recordemos que Jeremy es médico especialista en pies 😉 )  Se levantó y siguió corriendo con semejante dolor. Me sentí cual Don Quijote, pero no me dio pena, al contrario, me sentí orgullosa de lo que mi imaginación puede crear mientras corro con sueño en la madrugada; no sabía que era capaz de tanto.

El caso es que terminé de correr a la 1:30 a.m. y conmigo llegaba el momento de descansar para los de mi camioneta.  Volveríamos a correr a las 5:30 a.m. así que había que aprovechar el tiempo… durmiendo.  Era el turno de Jota. Estaba aún más frío que en la noche, cuando el corriera serían aproximadamente las 4 de la madrugada.  Yo me “acosté” a dormir y me desperté justo antes de que empezara, le escribí mensajes de amor y seguí durmiendo, volvi a despertarme cuando ya había corrido.  Terminó sus millas, pero “le entró el frío en las rodillas” y el dolor hizo posada junto al frío.  El sueño pudo conmigo y me volví a dormir.  A las 5 me despertó un mensaje del grupo que decía “Van #1, ¿ya están en el siguiente intercambio?”  Karolina, la última de la segunda camioneta ya estaba corriendo y en nuestra camioneta sólo había focas.  Entonces, ahí fue mi turno de despertarlos: “Chicos, levántense, ya nos toca ir a correr, apúrenle, alístense que nos están esperando en el siguiente intercambio. Díganle a Paul que ya es su turno.”  Les tomó unos minutos reaccionar, pero en menos de 10 minutos estábamos en algún sitio del sur de California iniciando nuestra última tanda de millas.

Yo estaba esperando esta tanda de millas pues era en la que correría por la playa.  Jota estaba durmiendo y no quise molestarlo. Quería saber cómo estaba su rodilla y si se sentía bien para correr.  MIentras tanto, en nuestra camioneta nos estábamos repartiendo las millas que Cesar no podría correr.  Su segmento era de 6.8 millas calificadas como “difícil.”  Yo tenía miedo, no me sentía capaz de correr 6.8 millas así que no pude ofrecerme con el dolor de mi alma.  Me sentí mal.  Por fortuna, Andrea vió que ni Ozzy ni Jeremy podían hacerlo y sin dudarlo, ella corrió el segmento de Cesar.  Y así fué como llegué a mi último segmento de 4.3 millas en una loma eterna que comenzaba en la playa y terminaba en un risco frente al Océano Pacífico.  A las 10:30 a.m. los de la primera camioneta completamos las ochenta y tantas millas de las 200 del recorrido. Ahora el turno era para la segunda camioneta.  Nosotros debíamo conducir hasta San Diego para esperar por ellos en la meta.

Ragnar SoCal - www.navegueruns.com

Jota me escribió.  Me dijo que le dolía la pierna y que correría con rodillera.  Yo me preocupé, pero sabía que terminaría sus millas.  Lo que no quería era que quedara pata de palo, aunque sospechaba que sus dolores desaparecerían cuando viera el sol y la playa junto a la que tendría que correr.  Efectivamente, cuando el sol calentó y el frío de la madrugada se le salió del cuerpo, todos sus dolores se espantaron. Cosas que le pasan a las almas caribes.

Terminó de correr y uno a uno los últimos miembros del grupo fueron sumándole millas al total.  Los de la primera camioneta fuimos a comprar las bombas (globos) para cruzar con ellos la línea de meta.  Llegamos al parque donde sería el final de la carrera; donde se completarían las 200 millas.  Ahí estaban los otros miembros del equipo, sólo quedaba esperar por Karolina.  Eso hicimos.  Cuando la vimos, hicimos un túnel con los globos y corrimos juntos para cruzar la meta.

image image

Allí nos entregaron el paquete con las medallas y quedaba lo más importante, armar el rompecabezas y disfrutar el final.  Cada medalla tiene una inscripción al respaldo y al unirlas dan un mensaje que resume la importancia y la belleza de esta carrera.

Ragnar SoCal 2015 - www.navegueruns.com

“Juntos Corrimos 200 Millas”

 

Esta es la recompensa final.  Cada quien cumple con su labor que es correr sus millas y si alguien se lesiona, no hay egoísmos ni reclamos, sólo un deseo sincero de sacar adelante el equipo y proteger al corredor lesionado.  No importa si eres liebre o tortuga, cada corredor es importante y todas las millas suman. Competencias como estas te devuelven la esperanza en la raza humana.  Te hacen creer que no tiene que haber un vínculo de sangre o un lazo afectivo de muchos años, para que todos trabajemos por un objetivo común y logremos algo como equipo. Tal vez es la magia del deporte.  Con Ragnar Relay la medalla individual pasa a un segundo plano.  La importante es la grupal, la que nos recuerda que sólo en equipo podíamos lograr la meta de llegar a San Diego y correr 200 millas.


 

Lo que vino después fueron celebraciones, brindis, caminados de robot, deseos de que no existieran escaleras en el planeta, mucha comida y muchas horas de sueño.  Ah, y la certeza de que correremos otro Ragnar.  Jota y yo ya estamos inscritos para Ragnar Napa Valley en octubre 🙂 Este va desde San Francisco hasta Calistoga, pasando por los viñedos de Napa.

 

Rate This Post:
1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (No Ratings Yet)
Loading...

You Might Also Like

4 Comments

Reply Liliana Martinez April 20, 2015 at 8:37 am

Nati, que padre tu carrera y la reseña. Me encantó que el conjunto de medallas forman el mensaje, siempre que la veas te vas a acordar de tus compañeros de equipo. Algún día me gustaría correr una carrera así, que te lleve de una ciudad a otra, y que implique un reto para todos. Hace algunos años corrí en Austin un Marathon Relay, eramos 5 personas: 1 corría 12K, 2 corrían 10K y 2 corrían 5K, estuvo divertido aunque esa vez ni medallas dieron.

Tu comentario de Rocky me recordó mucho a mi papá, ha corrido 4 o 5 maratones e invariablemente al terminar dice que ya no correrá otro jamás en la vida, obvio termina inscribiéndose un mes después a otro. Ya le dije que no lo voy a dejar correr otro porque se pone muy necio y de mal humor entre los kilómetros 30 a 38, y correr no debe ponernos de mal humor sino todo lo contrario…

Mucho éxito para ti y Jota en su entrenamiento rumbo al Ragnar Napa Valley, debe ser precioso aunque difícil!

Reply Debi RG (mydailyrunner) April 21, 2015 at 4:39 am

Qué pasada de carrera natalia!! no sé si en Barcelona hay carreras así. Por como lo explicas se nota que disfrutaste de la experiencia mogollón!! 🙂

Por cierto, cuando vienes a Barcelona? Este fin de semana estarás por aquí?? la carrera que me preguntaste es abierta a cualquier tipo de público, por la web de championchip.cat la encontrarás para apuntarte.

Un saludo!

Reply barbara October 17, 2015 at 12:46 pm

muchas felicidades naty,me inspiraste, yo no corro tanto pero me gusta hacerlo a la orilla de la playa. soy de ensenada B.C. saludos

    Reply navegue October 29, 2015 at 6:04 pm

    Hola!!! Debe ser muy bello el área donde vives, yo en ocasiones he visto la zona en el google maps y me parece increible lo que veo. Anímate a correr más, pero sobre todo a disfrutarlo!
    Abrazos!!! gracias por comentar!

Leave a Reply