¿Saben cuántas millas corrí esta semana? 4.5 millas/7.2 kilómetros. Una cifra bastante baja para el volumen de entrenamiento que usualmente llevo.  Sin embargo, parar fue la solución más sana que encontré a todo el caos que ronda mis días últimamente. No fué fácil tomar la decisión, pero la balanza se inclinó en esa dirección.

Les cuento:

Creo que la acumulación de cansancio del viaje por España finalmente, me pasó la cuenta esta semana.  Usualmente un viaje de este estilo desgasta mucho a nivel físico y, aunque yo le bajé el ritmo a las trotadas mientras estuvimos viajando, he sentido que no fue suficiente. Cuando volví debí descansar un poco más, pero lo que hice fue meterme de lleno en el entrenamiento y empezaron a aparecer dolores por todos lados. Eso por un lado. Por otro, tengo la tensión a nivel mental y emocional de un cambio laboral que se avecina en los próximos dos meses 😮 y, por si fuera poco, sumémosle que mi cuerpo está reajustándose a nivel hormonal y me traía con el ánimo por el piso.

Algo me decía que debía parar ahora y dejar descansar mi cuerpo.  De lo contrario, mi cuerpo me iba a hacer parar más adelante, cuando el entrenamiento estuviera en su punto más álgido y una lesión llegara a impedirme ir a la Maratón de las Flores.  Me sentí mal porque el sábado iba a hacer 14 millas/22.6 kilómetros en el entrenamiento y aunque hubiera podido hacerlos en términos de fuerza y ganas, preferí evitarlo pues no había corrido nada en toda la semana.  Esto fue lo que hice:

El lunes fue de descanso total. 

El martes corrí 15 minutos (1.4 millas/2.2 kms).  Salí con la idea de forzarme a hacer las 5 que tenía en el plan, pero me dolía hasta la raíz del pelo y osea ¡no! Una cosa es la pereza y la modorra, pero otra es el cansancio físico.  Aunque usualmente es bien fácil confundirlas, creo que correr ese día hubiese sido un sufrimiento. Yo soy de las que piensa que uno debe ser feliz corriendo, uno debe hacerlo por gusto, no a las malas.  No debe ser una tortura.  Así que, con las mismas piernas me devolví al apartamento e hice mi sesión extedida de estiramiento.

El miércoles nadé 1600 mts.  Me sentí de maravilla, como si no hubiera hecho nada. Supongo que por el descanso de varios días y por la adaptación de mi cuerpo.

El jueves patiné 5.2 millas/8.3 kms con Jota, quien tampoco tuvo ganas de ir a entrenar Shaolín.  Esta distancia es equivalente a 42 minutos y los dos quedamos aburridos porque no sentimos que hubiéramos hecho ejercicio.  Pero algo es algo, mejor este tipo de actividad física y no quedarnos sentados en la casa viendo algo en Netflix o Hulu 😉

El viernes fue descanso total. Este día sí me ganó la pereza y no madrugué a nadar. 🙁

El sábado nadé 3200 mts. Los nadé en 1 hora 20 minutos, el doble de lo que siempre hago.  La idea era simular un poco las 2 horas 20 minutos de cardio de las 14 millas que no corrí, pero hacía años que no nadaba tanto y paré a las 2 millas.  ¡Una delicia! Me sentí fuerte y lo mejor es que terminé sintiendo que podía seguir.

El domingo, Jota y yo corrimos una 5k con los niños con los que trabajo. Son tres niños en dos carriolas/coches que mi esposo y yo empujamos por 3.1 millas.  Ellos se bajan y corren hasta que se cansen, se suben, descansan y vuelven al pavimento a seguir corriendo.  Fue una actividad recreativa que teníamos planeada desde hace varios meses.  Es la segunda vez que la hacemos con el fin de permitirles vivir esa experiencia y mostrarles lo divertido que es llevar una vida activa y saludable.  Los padres son bastante sedentarios y el único ejemplo de amor al deporte lo reciben de parte de nosotros.  Este tipo de experiencias son las que quedan en el recuerdo de por vida.  Nosotros por nuestra parte, vamos sin ánimo de competir, el objetivo es que ellos se diviertan y el mensaje de hacer deporte se les grabe con vivencias y no con discursos.  En unos años, la idea de correr estará asociada a gente, música, medallas, gritos de alegría y hasta rica comida. ¿No les parece chévere?

Así que, esa fue mi semana.  Lo mejor es que no me sentí mal por no correr.  Siento que hice bien al escuchar mi cuerpo.  En el fondo me da temor que al final no vaya a estar preparada para la carrera, pero soy lo suficientemente resposable para asumir las consecuencias 😉 No creo que sea justo que mi tranquilidad la dicte una hoja de excel y que yo no tenga voz o voto.

Hace un año me hubiera dado un yeyo si no sigo al pie de la letra el entrenamiento.  Ni por el carajo hubiera dejado de correr un día, ni dos, mucho menos tres. Pero creo que mi relación con el running ha cambiado un poco; ahora confío más en la capacidad de mi cuerpo y estoy segura de que era mejor tomarme un descanso ahora, en vez de esperar a que algo llegara a obligarme.  La Maratón de las Flores es un evento y una meta muy importante para mí, voy con toda, a paso lento, pero seguro.  Haciendo caso a la consigna de mi Blog, la constancia vence lo que la dicha no alcanza.

Voy a citar las palabras de una corredora mexicana, quien se está preparando para el Maratón de Berlín, justo dos semanas después del de Medellín. (Acaba de iniciar su entrenamiento, pueden seguir su blog aquí www.lilianarunning.blogspot.com) . Ella dice: “Como ya lo anticipé, habrá ocasiones en que el tono de este blog sea más de dolor que de felicidad, pero en el fondo siempre tendré la ilusión de seguir hacia adelante para cumplir con este objetivo.” ¡Me sentí tan identificada!

Gracias a todos por acompañarme a pesar de todo y espero que la próxima semana pueda sumarle más millas a mis letras.

Un dato más, si están entrenando para alguno de los eventos de la Maratón de las Flores, usen los HT #MaratónMedellín y #MaratóndelasFlores en sus redes sociales. La idea es crear una comunidad para estar conectados 😉

---

En este link pueden leer la semana 16 del entrenamiento para Maratón de las Flores Medellín

y en este link, la semana 17 🙂