"Déjame atravesar el viento sin documentos"

Yo Llegué por Aeropuerto – Parte 1 – La Cuestión del Dilema Moral

March 25, 2015

Esta es mi historia.  La última de la serie “DÉJAME ATRAVESAR EL VIENTO SIN DOCUMENTOS”. La primera parte se enfoca en el dilema moral que viví y la segunda sobre cómo me identifico con las otras cinco historias y mi experiencia con la discriminación del inmigrante y del latino (las dividí en dos porque realmente es una historia larga y densa).

Por si se han perdido alguna o son nuevos en el blog: la primera historia es Paralelo a la Autopista; la segunda, Necesito que Rosa Venga; la tercera, Primero Muerto que Presola cuarta, Yo Decidí Ser Jardinero y la quinta, Una Casa Más, Una Casa Menos… 

Yo Llegué por Aeropuerto – Parte 1 – La Cuestión del Dilema Moral

Una mañana de abril del 2011 fui al DMV¹ a renovar mi licencia de conducción porque, además de llegarme vencida, escribieron mal mi nombre.  Luego de esperar media mañana, me paro frente a la ventanilla y la señora me dice: “No te puedo renovar la licencia… no apareces en el sistema”. Abrí mis ojos como quien se espanta con el dolor de una puñalada que llega por la espalda.

No había necesidad de más palabras: se refería a mi visa.  En el 2010 llegué con visa de estudiante.  Una visa con su correspodiente permiso de trabajo y vigencia de un año.  Antes de terminar el año, decidí renovarla por 6 meses más.   De ese proceso era responsable la familia con la que vivía y que eran mis patrocinadores (conocidos como sponsors).  Ellos iniciaron el trámite y en corto tiempo me llegó la extensión del permiso de estadía en el país.  Sin embargo, el proceso fue cancelado después de la llegada del documento y aunque tenía un papel que decía que estaba legal en el país, en realidad no aparecía en el sistema y sin saberlo, hacía casi tres meses que permanecía en Estados Unidos de forma ilegal.

Salí de la oficina devastada.  Caminé hasta el carro, me senté, miré el retrovisor y comencé a manejar.  Temblaba.  De un momento a otro no quería mirar los espejos porque veía todos los carros como si fueran de policías.  Empecé a sentirme perseguida, señalada y diferente   Estaba desprotegida.  Sin presente.  Sin nada.  ¿Quién me hizo esto?  ¿Cómo fui tan boba y me dejé hacer esto?  ¿Cómo voy a manejar con niños en el carro si no tengo licencia?  ¿Y si pasa algo mientras manejo?  Directo a la cárcel.  No tengo permiso para conducir en este país.  No tengo permiso para estar en este país.

Fuente: www.imgarcade.com

Fuente: www.imgarcade.com

Lágrimas inundaron mis ojos.  Una soledad inmensa y un vacío indescriptible.  Odio.  Ira.  Buscando culpables en todas partes.  No hay culpables. Sólo yo, sólo yo soy responsable de mis actos.   Yo me fui de Colombia y no quería volver.  Tarde o temprano esto iba a pasar.   Nadie puede solucionar este problema.  Lo mejor será devolverme a Colombia. ¿A qué?  Mejor me quedo. Pero, ¿y qué hago?

Un papel; un documento se convierte en la forma de autenticar la existencia de un ser humano.  Sin ese papel no eres nadie.  ¿Qué hago aquí? ¿De qué valió venir si ahora estoy en el limbo?   No soy de acá, no aparezco en el sistema.  No soy de allá, no estoy allá.  ¿De dónde soy?  Yo estaba bien en Colombia.  Nadie me estaba echando.  ¿Quién me dijo que me fuera?

Llanto. Desesperación.  Tenía que recoger los niños en el colegio, pero me daba pánico montarlos en el carro y llevarlos porque no tenía licencia.  Pero no tenía otra opción.  Llegué al colegio, parqueé el carro, fui a buscarlos y los abracé.

¿Cuál es la diferencia entre ayer y hoy?  Soy la misma de ayer; manejo el mismo carro, lo conduzco con la misma habilidad de antier; luzco igual; hablo igual; camino igual.  Nadie sabe que no tengo licencia.  Ese señor, el papá de Fulanito, no sabe que no tengo licencia.  Ayer él no lo sabía… y yo tampoco. Sólo yo lo sé.  Nadie lo sabe, sólo yo.  Soy la misma de ayer.  Sólo cambia que hoy sé y ayer no.  Sólo cambia mi dilema moral, sólo cambia cómo yo me veo a mí misma.  No cambia cómo los demás me ven.

En fracción de segundos comprendí que mi vida tenía que seguir normal.  Tal vez fue el abrazo de los niños, tal vez su confianza en mi presencia.  Tal vez el darme cuenta que soy más que una licencia de conducción y que existo porque pienso en que existo (cogito ergo sum) y no porque un papel así lo diga.  Existo porque si en ese momento me pasara lo de Remedios, ¿qué habría sido de los niños?  Mi función social me hace existir.  No me iba a devolver y buscaría la forma de legalizar mi estadía en el país, no sin antes comenzar una búsqueda profunda de mí misma que tardó cerca de año y medio.

Venía a mi mente una clase de la universidad sobre desarrollo moral (de esas clases que uno entiende años después): las etapas del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg.  Él plantea 3 niveles y 6 etapas del desarrollo moral.  Las dos primeras (nivel de moral preconvencional) son las etapas egocéntricas donde se aprendede justicia, libertad e igualdad, con base en el castigo y la obediencia a la autoridad (etapa 1) y luego un comportamiento que favorece el intercambio de beneficios entre dos o más partes involucradas (2).  Las etapas tres y cuatro (nivel de moral convencional) hacen referencia al comportamiento basado en relaciones empáticas, es decir, yo entiendo las necesidades del otro y me comporto de tal manera que éste no se vea afectado y así yo soy aceptado (etapa 3) y posteriormente se logra entender que las reglas existen para asegurar el funcionamiento del sistema social y del “cargo de conciencia” (etapa 4).  Y ahí estaba yo. Yo estaba totalmente destrozada porque estaba transgrediendo las normas, pero me costaba entender de qué forma estaba afectando el sistema social.

Yo sentía que no le ocasionaba daño a nadie.  Las etapas cinco y seis hablan de la moral postconvencional: de esos derechos previos del ser humano; anteriores a cualquier tipo de ley jurídica o norma social que son los que justifican el comportamiento.  Yo no afectaba a nadie y comencé a sentirme con derecho y/o autoridad para incumplir las normas (estar ilegal, conducir sin licencia, trabajar sin permiso de trabajo y hasta existir sin documentos).  ¿Quién me dice que no puedo hacerlo?  ¿La ley?   Yo me estaba comportando de forma correcta de acuerdo a unos principios éticos fundamentales y que no están escritos en ningún lado.  Eran principios que mi uso de razón me decía que eran indiscutibles y universales.

El dilema de lo moral consiste en “¿cómo entender la igualdad, la libertad y la justicia de los seres humanos?” (Jaime Yáñez, 2010) Todas esas leyes que yo estaba transgrediendo no estaban afectando la integridad de ningún ser humano, ¿igualdad? sólo a mí misma me estaba discriminando. No atento contra la libertad de nadie. Mi comportamiento es justo.  No se trataba de hacerlo porque otros lo hacen.  O incumplir una norma porque el otro incumple esta otra regla. El asunto es qué tanto mi comportamiento daña o puede llegar a dañar a otro y si eso me permite hacer las cosas de cierta manera.

Ahora bien, los dos párrafos anteriores son todo el razonamiento que daba vueltas en mi cabeza y que me daba la fuerza y el coraje para quedarme en esas condiciones.  Me dio la capacidad de cuestionar el sistema de leyes de un gobierno, sea el del país donde resido o el del país donde nací.  Hasta ese momento, yo cumplía las normas ciegamente, sólo porque había que cumplirlas y así no afectar el status quo de la sociedad.  ¡Qué sociedad ni que nada!  Después de esto, no más, es como si hubiese creado un sistema de normas que rigen mi propio comportamiento y que se basan en esos derechos humanos fundamentales e inalienables.  Este tiempo de ilegal me permitió criticar las leyes de inmigración existentes, sensibilizarme ante la problemática de quienes están en el país ilegalmente hayan entrado o no por aeropuerto y entender el dolor de los inmigrantes para quienes la única salida de la ilegalidad es un cambio en la legislación.

Por último, cabe aclarar que yo no escribo esto como propaganda política o porque esté peleando por ese cambio legislativo, la verdad es que hasta esa etapa no me ha llegado el desarrollo moral.  Más allá del nivel 3 y de la etapa 6 sólo están personajes como Mahatma Gandhi o Martin Luther King.  Mi interés es mostrarles ese periodo de búsqueda interior y el dilema moral que experimenté durante ese año y medio. Un dilema moral que no sólo viví yo, si no la mayoría de los personajes de mis historias anteriores, que fueron a su manera, un espejo de mi propia situación.

La segunda parte, como les dije al principio es sobre el tema de discriminación y unas anecdotas muy peculiares al respecto, entre ellas la que le da título a mi historia. También les mostraré de qué forma me identifico con los otros personajes o mi interpretación de esas historias.

 

¹DMV: Department of Motor Vehicles


 

Pregunta: ¿estarían dispuestos a vivir como ilegales en otro país en algún momento de su vida?  ¿Por qué?

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9 Comments

Reply Diego Niño March 25, 2015 at 10:45 am

Es curioso que escribas esto justo cuando estoy leyendo a Hayek. Digo que es curioso porque él también toca el asunto de la moral. él ve la moral como algo que se va decantando con los años. Unas normas mueren y otras sobreviven de acuerdo a la máxima utilidad social. Es decir, la ética, al igual que las especies animales, evoluciona gracias a la selección de la norma que hace más fuerte al grupo social.

No sabes cuánto me gustó este texto. No sólo por la manera en la que elegiste el tema, la forma de tratarlo, el tono, sino por la manera que cierra el ciclo.

Va un abrazo desde Bogotá

    Reply navegue March 31, 2015 at 7:36 pm

    De este comentario charlamos un poco la semana pasada 😉 (me estoy poniendo al día con mis comentarios del Blog) (como puedes haberte dado cuenta)

Reply JAC March 25, 2015 at 12:47 pm

“El hombre será libre de verdad, cuando la ética y la moral dejen de ser conejillos de indias, de aquellos sujetos que con tal de alcanzar sus ideales, las usan para manipular a las demás personas”. JAC.

Fin del comunicado!!!

    Reply navegue March 31, 2015 at 7:38 pm

    El hombre será libre cuando use la razón, como es su deber.

Reply Diana March 26, 2015 at 3:11 pm

Desde que empecé a leer encontre un tono psicológico que me llamó mas la atención. Muy interesante descripción de la moral, sin quererlo has alimentado mi marco teorico…mmm Yañez, como carajos sobrevivimos esa materia?
Con respecto a tu pregunta yo creo que no sería capaz si me lo plantean desde la idea de irme con papeles y quedarme pero al darse una situación como la tuya jum no se quizás si pero no me creo tan valiente como tu.

    Reply navegue March 31, 2015 at 7:40 pm

    No es fácil tomar una decisión así. Creo que es algo como lo planteas, como que si ya se dio la situación, pues hágale, pero si no, pa qué buscarse males innecesarios.
    Esta entrada es muy introspectiva, inevitablemente. ¡Gracias por leer, Diana!

Reply Yo Llegué por Aeropuerto - Parte 2 - Ego y Discriminación - El Blog de Nati April 8, 2015 at 11:52 pm

[…] es el final de la serie “DÉJAME ATRAVESAR EL VIENTO SIN DOCUMENTOS”.  La segunda parte de Yo Llegué por Aeropuerto (si no han leído la primera parte, se las recomiendo antes de continuar con […]

Reply Celebrando 6 Años de Running - El Blog de Nati May 18, 2016 at 9:51 pm

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Reply Hoy Recibí mi Ciudadanía - El Blog de Nati August 11, 2016 at 5:38 pm

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